El juicio para dilucidar si Julio Iglesias es padre oficial y legal de un noveno hijo, Javier Sánchez-Santos, que lleva peleando por ese título en los juzgados y en los medios de comunicación desde los años 90, deberá esperar otros cinco días. Antes de la semana que viene no sabremos si el juez acepta volver a juzgar el caso y si admite como prueba el ADN del cantante que la acusación ha presentado como prueba irrefutable de la paternidad.

Sin embargo, la vista de hoy en la Ciutat de Justícia de València ha servido para dar a conocer una rocambolesca historia acerca de cómo el supuesto hijo de Julio Iglesias se hizo con los restos biológicos que demostrarían su parentesco. Para ello contrató a un detective, el mismo que ayer le explicó al juez cómo consiguió el bote con las pruebas. El investigador privado ha sostenido su relato acompañándolo de fotos y vídeos. Según su versión, un día andaba siguiendo a Julio José Iglesias Preysler -el mayor de sus hijos varones-, que practicaba surf en Miami, cuando se puso a llover y el cantante y compositor se metió en su coche. Fue entonces cuando se le cayó una botella que llevaba y, aunque se dio cuenta de ello, no la recogió. Para los abogados de Javier Sánchez-Santos, el bote con el ADN sería por tanto un objeto abandonado.