Las banderas han amanecido izadas a media asta y con crespones negros en Sant Feliu d’Avall, el pequeño pueblo del sur de Francia, a pocos kilómetros de la frontera con España, que carga con lo peor de la tragedia ocurrida el jueves, cuando un tren regional embistió y partió por la mitad un autobús escolar donde viajaban una veintena de alumnos del colegio Christian Bourquin, situado en la vecina localidad de Millas. Fue un choque violento, que algunos confundieron con «una explosión». Cuatro adolescentes de entre 13 y 17 años murieron en el accidente y uno más falleció ayer en el hospital de Perpiñán, a donde fueron trasladados la mayor parte de los heridos. Una decena de alumnos se encuentran aún en estado crítico.

«Todos los que iban en ese autobús eran niños que vivían en Sant Féliu d’Avall», confirmó una fuente del ayuntamiento. El jueves, el alcalde dio orden de retirar los árboles de Navidad que decoraban el pueblo; los comerciantes siguieron el ejemplo y quitaron luces y todo tipo de adornos navideños. «Será una Navidad muy triste», decía alguien en una radio local. El pueblo está de luto, bastante tocado por un drama que los vecinos tachan de «inimaginable», de «inconcebible».

Un panel luminoso en la carretera que atraviesa el municipio informaba de que todos los actos municipales han sido cancelados, y ponía a disposición de los vecinos un número de información. En los corrillos y en los grupos que se formaban en los bares no se hablaba de otra cosa. Una donación de sangre en el polideportivo del pueblo fue masiva. Es un pueblo es pequeño. Las víctimas eran niños y vecinos del lugar. Todo el mundo los conocía.

MOCHILAS DESPERDIGADAS // El colegio Christian Bourquin ocupa un edificio nuevo y de corte moderno en las afueras de Millas. Unos 400 alumnos estudian allí. Este viernes fueron suspendidas las clases, pero el Gobierno desplazó al lugar a un grupo de 40 psicólogos con la misión de brindar apoyo a las familias.

El accidente tuvo lugar a la salida de clases y lo presenciaron muchos alumnos que regresaban a pie a sus casas. Detrás del autobús accidentado iba un segundo autocar que transportaba a los niños de otros dos pueblos vecinos. Lo vieron todo. Un testigo dijo que había visto un montón de mochilas escolares desperdigadas entre los destrozos.

El Gobierno francés ha desplazado a Millas a un grupo de 30 peritos encargados de llevar a cabo la investigación. Sobre su trabajo planeará la opinión de no pocos vecinos que ponen en duda la seguridad del paso a nivel. Aunque las autoridades departamentales dicen que en el lugar del accidente la visibilidad es buena, la desconfianza se masca en el ambiente. Por lo pronto, no es exagerado afirmar que la zona está plagada de pasos a nivel: en promedio, uno cada 700 metros.