Poco después de nacer, la madre de Karim, un bebé de ahora dos meses de edad, se llevó a su hijo al mercado. Donde viven Karim y su familia, esta actividad ya es, de por sí, algo excepcional: son de Guta, una provincia siria cerca de Damasco, cercada por el régimen de Bashar el Asad.

El pasado 29 de octubre, el mercado en el que estaban madre e hijo fue alcanzado con fuego de mortero del Ejército siro. La mujer murió en el acto y Karim recibió daños cerebrales y perdió un ojo. Dos meses después, sin haber recibido tratamiento, el bebé tiene el cráneo roto, y, si no es urgentemente operado, perderá la poca vista que le queda. Para ello, ha de ser evacuado de Guta.

«Aquí en Guta no puede ser curado. Los médicos nos dicen que necesita ser operado para salvar su vista. Mi hijo necesita cuidado constante, y así me es imposible conseguir un trabajo para poder subsistir. La vida bajo el sitio es una pesadilla», explicó su padre.

La historia de Karim se ha hecho viral en internet, y muchos opositores sirios y el representante del Reino Unido en Naciones Unidas, Matthew Rycroft, entre otros, han colgado imágenes en la red con la etiqueta #SolidarityWithKarim (Solidaridad con Karim) mientras se tapan un ojo.

Pero Karim no es el único: según los pocos equipos médicos que han podido entrar en la región siria, hay unas 500 personas que necesitan ayuda sanitaria inmediata. Esperan a que el gobierno sirio les deje ser evacuados.