Fadrell, historia viva y leyenda de la ciudad de Castellón. Con su ermita labradora de Sant Jaume, kilómetro cero de la ruta levantino-aragonesa del Camino de Santiago. Ruta jacobea desde la capital de la Plana, y no todas las ciudades de España tienen el privilegio de ser punto de partida del sendero hacia el Campo de las Estrellas, Compostela. Fadrell de partida rural, la que atesora la esencia del fruto dorado en la fértil huerta de la llanura de la Plana.

Con su sector gaiater, el 2. Que primero tuvo su epicentro en la plaza de la Paz para después extender sus brazos hacia el este en un desafío constante en el desarrollo urbano de la capital de la Plana.

Y es que si hay un enclave gaiater que ha crecido de forma extraordinaria este es, sin duda, el de la plaza Fadrell y calles adyacentes, que se convirtió en el primer ensanche de la ciudad de Castellón.

Son tantas y tantas las referencias que identifican a Fadrell que sería imposible enumerar una por una las señas de identidad de un enclave urbano que se convierte ahora en paradigma del crecimiento a gran ciudad que ha transformado Castellón de la Plana.

Sello de identidad de Fadrell. Que refleja el empuje y el ímpetu de unas gentes entregadas a las fiestas de la Magdalena desde los colectivos esenciales y fundamentales de los festejos magdaleneros. No fundacionales, sí mayores y oficiales con los que Castellón anuncia su primavera, con la luz de sus arquitecturas efímeras, que son símbolo singular y metafórico de un pueblo.

Los padres fundadores de las fiestas en su estructura actual idearon un proyecto colectivo común en forma de Magdalena con las gaiatas como elemento diferenciador. Como la que lleva el número 2 grabado en su escudo. La venerable Fadrell con aroma a azahar y a tradición. Con marcado sabor a compromiso en Cuaresma. H