Los castellonenses, la mayoría, esperan en casa hasta que, de una buena vez, puedan recuperar la calle, aunque sea distinta, aunque ocurra poco a poco, y con mascarilla, y sin el añorado contacto social. Los datos del informe del Ministerio de Transportes basado en el rastreo de datos móviles revelan que, no solo han caído los desplazamientos en la provincia, tal y como cabía esperar, sino que lo que lo han hecho de forma muy acusada.

Los mayores descensos se han dado, además, en jornadas en las que, precisamente, lo normal era moverse, y mucho, para acudir a playas y segundas residencias. Esa disminución ocurrió con la mayor intensidad en el Viernes Santo y el domingo de Resurrección, con recortes de un 83 y 82% con respecto a la era anterior a la pandemia; le siguieron el 5 de abril, con el 82% y el 29 de marzo con el 80%, igual que el día 22. De la suma de todas las jornadas de confinamiento, desde el lunes 16 de marzo, la disminución media es del 64%.

Ese 36% de desplazamientos que sí se han producido, poco más de uno de cada tres en relación a la perdida normalidad, da una idea en blanco sobre negro del calibre del hundimiento de la actividad económica, por cuya reapertura --con todas las garantías sanitarias-- claman la patronal en general y sectores como el hostelero en particular, uno de los más afectados por la crisis.

Los números que radiografían el movimiento de los castellonenses crecerán, sin duda, a partir de mañana, domingo, la jornada en la que, por fin, al menos los niños --tres como máximo por grupo y acompañados de un único adulto-- podrán salir con sus juguetes a la calle, o al campo si viven en un entorno rural. Solo será una hora al día y entre las 9. y las 21.00 horas, pero es mucho más que nada cuando se cumplirán 44 días de confinamiento inmisericorde como consecuencia de la pandemia.

En cuanto a los demás, los mayores de edad o con más de 15, las declaraciones de ayer de la consellera de Sanidad, Ana Barceló, abren la puerta a un atisbo de esperanza en el sentido de que la Comunitat y, por tanto, Castellón, están preparadas para ser de las primeras en iniciar la relajación de las medidas adoptadas por el estado de alarma. Avanzó que el descenso progresivo de ingresos hospitalarios por covid-19, la bajada de enfermos en las UCI, la reducción de fallecimientos y contagios, así como el hecho de que ya haya más personas curadas que infectadas, son algunos de los principales parámetros que permiten al territorio valenciano cumplir con los marcadores fijados por el Ministerio de Sanidad para poder sumarse a la esperada desescalada «lo antes posible».

Una desescalada que será «asimétrica por territorios» y «no necesariamente por comunidades», confirmó también ayer el ministro de Sanidad, Salvador Illa, tras la reunión del Consejo de Ministros y una cita de trabajo con representantes de las autonomías en la que participó Barceló como principal responsable del área en la Comunitat Valenciana. Quedó claro que el mando de la operación de vuelta progresiva a una cierta normalidad estará en Madrid, si bien Ila quiso subrayar que escuchará lo que los presidentes regionales, como lo es Ximo Puig, y a los consejeros de Sanidad, entre los que está la valenciana, antes de decidir. Por ahora, no hay detalles más allá de la inminente salida de los pequeños y, mientras, Castellón espera las novedades en casa.