El pasado día 1 de julio finalizaba el XI congreso confederal de CCOO, y con él todo un ciclo de aquello que venimos llamando los procesos internos de la organización. Finaliza con la elección y relevo en la secretaría general, donde Unai Sordo ha resultado elegido con cerca del 90% de los apoyos, y una nueva comisión ejecutiva que han de marcar el imput a la organización y llevar a cabo el plan de acción aprobado en el congreso. Siempre que se producen cambios, al menos en este sindicato, en la secretaría general y en la dirección, se generan expectativas, ilusiones y renueva el compromiso de aquellas personas que libre y voluntariamente decidimos militar en la primera organización sindical y social del país, esto es, en las CCOO. Pues en definitiva, prestamos militancia a la mayor red de solidaridad que hay en este país y básicamente en el mundo del trabajo. Pero también expectativas en el externo del sindicato, que es realmente donde debemos prestar nuestra atención, energía y recursos, donde realmente somos sujeto activo, en las empresas y en la sociedad.

En estos días escasos, desde la celebración del congreso, me atrevo a decir que el Gobierno, las patronales, los medios de comunicación, el mundo de las finanzas y las trabajadoras y trabajadores, al igual que el sindicalismo internacional están con el rabillo del ojo puesto en Unai. A ver cómo se mueve y la cintura política que despliega, qué mensaje traslada a nuestros interlocutores, qué ideas nuevas aporta al nuevo sindicalismo para hacer frente a las nuevas realidades que se están dando en el mundo del trabajo, etc. Sería difícil decir hoy, aquí, por mi parte, en esta tribuna de CCOO algo nuevo que no se hay dicho ya de Unai, por diferentes medios de comunicación o analistas de la economía, pues ya antes de ser elegido secretario general de CCOO eran muchos los focos que estaban fijados en él. En mi opinión, que no tiene por qué ser compartida, Unai viene de hacer sindicalismo confederal y de clase y de representar a las CCOO de Euskadi. En un contexto político, social, económico y sindical bien diferente al que se puede o haya podido tener en el resto de las nacionalidades que conforman el Estado español. Donde el mero hecho de defender estas siglas ya conlleva un plus de coraje, y las formas de socializar la acción y la propuestas de este sindicato a buen seguro deben ser necesariamente bien distintas.

Y con esos mimbres hemos construido de manera colectiva este cesto, el cesto de la propuesta, la reivindicación, la alternativa, la movilización y por qué no decirlo, el conflicto. Para ser capaces de superar situaciones que vienen lastrando la marcha del país en términos de economía, de imagen y de fortaleza para superar la crisis y salir de ella de una manera radicalmente distinta a cómo entramos en ella y la situación de las personas en términos de equidad, justicia y dignidad.

Muchos son los retos a los que nos enfrentamos como sociedad, mucho lo que hacer y decir desde CCOO para el mundo del trabajo, formas radicalmente distintas de organizar la empresa y a las plantillas, con nuevas realidades que en muchos casos vienen a desregularizar y acrecentar el precariado. Incrementando las desigualdades, la pobreza y la exclusión, en definitiva cronificando en nuestra estructura social situaciones que nadie queremos para ninguno de nosotros ni de los nuestros.

Por ello, las CCOO, con Unai Sordo a la cabeza, «de este congreso tenemos que salir a la ofensiva, con la cabeza alta, orgullosos de lo que somos y seguiremos siendo, sabiendo que nos necesitan en las empresas y en la sociedad».

*Secretario general de CCOO Comarques del Nord