Esta semana ha tenido lugar la presentación de la candidatura de la alcaldesa, Amparo Marco. No tuvo mucha acogida, algo ganado a pulso tras cuatro años dando la espalda al movimiento vecinal y a todos los colectivos festeros, alejada de los castellonenses y sus problemas reales, solo preocupada de los equilibrios de poder entre ese bipartito, que un día intentaba imponer una lengua única y otro se preocupaba de cambiar el nombre de la ciudad.

La puesta en escena fue un claro déjà vu, con el mismo vestido que hace cuatro años, en el mismo lugar y con los mismos zapatos, a modo de talismán. Pero no se dio cuenta de que ese vestido no le dio la suerte que piensa: batió el récord negativo de votos de un candidato socialista y fue elegida la alcaldesa con menos apoyos de la democracia. Tampoco se dio cuenta de que el teatro estaba mucho menos entusiasmado y tenía muchos menos asistentes que hace cuatro años. No le apoyó ni Ximo Puig, consciente de que es una candidata perdedora, por mucho que lo justifique con la típica excusa de los problemas de agenda.

Tampoco se dio cuenta de que mostró el engaño a los castellonenses hace cuatro años, al presentarse con los mismos zapatos con los que decía que se recorría Castellón como si fuese su coche oficial, pero que no ha desgastado ni un poco, puesto que las pocas veces que ha salido de su despacho --de donde se escondía de los vecinos-- ha sido para coger el coche oficial.

Esa presentación como si no hubiesen pasado cuatro años es el mejor ejemplo de lo que ha supuesto el bipartito de socialistas y nacionalistas de Compromís para Castellón, una parálisis total durante cuatro años, donde lo poco que ha hecho ha sido para peor.

Por eso, Begoña Carrasco y el Partido Popular se presentan como la mejor y única alternativa real de salir de la parálisis y volver a ilusionar a todos los castellonenses.

*Secretario general PPCS