Cuando todo ha salido bien es muy fácil opinar. Lo difícil es confiar y creer de antemano. El domingo no todos lo tenían tan claro como Sergi Escobar, cuando decidió alinear a David Colomer en el once de gala que se enfrentaría en Castalia al partido más decisivo de su futuro inmediato. El de Almassora no era el habitual en las convocatorias ni el favorito en el momento crucial. Pero el acierto del míster fue definitivo pese a la duda inicial. Funcionó de maravilla el efecto Colomer.

Ayer, cuando recibimos a ambos en el Ayuntamiento de Almassora (afortunadamente se han encargado de llevar el nombre de nuestra localidad por las portadas de todo el país), tuve claro que Sergi no era un inconsciente ni un loco que a última hora decidió cambiar todo un esquema y poner en riesgo un ascenso histórico. Él mismo nos lo explicó en la Alcaldía: «Le había visto en los entrenamientos, decidido, y le pregunté si estaba dispuesto a jugar el partido más importante de mi vida profesional… y de la suya, me dijo que sí y funcionó». David estaba «enchufado», como se dice en la jerga, pisó el césped de Castalia convencido de que las oportunidades están para aprovecharlas (¡menuda oportunidad!) y de que las cosas más importantes de la vida suelen pasar cuando uno menos las espera. Su gol puso fin al calvario que arrastraba al club y desde Almassora vibramos sabiendo que la cabeza y las piernas de esa victoria llevaban el pasaporte almassorí.

Algunos dirán que solo es fútbol; yo creo que es mucho más. Su mentalidad encarna los valores más puros del deporte: el esfuerzo, la constancia, el sacrificio… Y eso se puede extrapolar a cualquier ámbito de la vida. También a la política. Conseguir la mayor subvención de la historia procedente de la Unión Europea para transformar el urbanismo de Almassora, ahorrar 160.000 euros en gasto corriente en medio año, cerrar un semestre sin reparos de Intervención o recibir el visto bueno (y el dinero) para construir el colegio Santa Quitèria y la renovación del Embajador Beltrán también requieren buenas dosis de empeño. Y aun así lo conseguimos. Ojalá el efecto Colomer perdure en el Castellón y en nuestro día a día.

*Alcaldesa de Almassora