Han pasado dos semanas desde que se inició el curso escolar y el ambiente en la Conselleria de Educación está caldeado, cosa que no es de extrañar cuando se gobierna desde la improvisación. La escalada de tensión es patente no solo por los primeros positivos en las aulas y los primeros confinamientos, sino también por la falta de profesorado y EPIS, así como los errores continuos en las adjudicaciones.

Tal es el nerviosismo que Educación ha tenido que buscar un chivo expiatorio a quien echar las culpas de su mala gestión. ¿Saben a quién ha elegido? Pues a un socio de Gobierno, el «y tú más» se ha instaurado en el Botànic. A mí, sinceramente no me ha pillado por sorpresa, pues este tripartito ya nació muerto.

Marzà tiene un nuevo objetivo: la Conselleria de Sanidad y la consellera Ana Barceló . Incluso aún siendo su equipo quien ha expulsado a las enfermeras escolares de algunos centros de la Comunitat Valenciana, le atribuye la responsabilidad a la cartera socialista.

Pero esto diría que ha sido lo más light de este episodio lleno de sectarismo, pues pese a la publicación de un correo donde lo dejaba claro, el conseller seguía negando la mayor y encima insinuaba que la destitución de estas enfermeras se debía a que pudiesen ser fuente de contagio. Luego, no faltan los aplausos.

Tres reacciones kafkianas e inmaduras de una Conselleria que, primero, no debería mentir y, segundo, debería agradecer a las administraciones locales la colaboración en la prevención sanitaria que ellos no están dispuestos a asumir. Y es que ¿cómo van a aceptar la cooperación externa si ni entre ellos mismos se soportan?

¡La que nos espera! H

*Portavoz provincial y diputada autonómica de Ciudadanos por Castellón