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Las perspectivas del turismo en España vuelven a apuntar este verano a cifras excepcionales, como es el caso de Castellón en el que se espera vivir un verano de récord. La inestabilidad política en países eminentemente turísticos, como Turquía, Egipto o Túnez, tradicionales competidores en la cuenca del Mediterráneo, ha favorecido el desplazamiento masivo de viajeros hacia zonas menos conflictivas para disfrutar de un periodo de ocio y descanso. Ni siquiera la reciente y traumática decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea parece que pueda tener graves efectos inmediatos sobre el sector turístico español. La previsión con la que los británicos organizan sus vacaciones veraniegas ha hecho que el inesperado brexit haya llegado en fechas en las que sus reservas de plazas ya estaban cerradas. Son de esperar, sin embargo, turistas ingleses más austeros en el gasto por culpa de una libra depreciada, lo que les llevará a manejar unos presupuestos algo más ajustados durante estos meses.

A la masiva llegada de extranjeros hay que sumar este año otro fenómeno de notable importancia: el incremento de viajes protagonizados por españoles. La crueldad con la que la gran recesión se cebó en amplios sectores de la clase media hizo que cayera con brusquedad el volumen de desplazamientos.