La principal estrategia del gobierno de izquierdas es pasar el marrón para no asumir ninguna responsabilidad de su gestión. En la Comunitat Valenciana y en el Gobierno de España. Esta técnica consiste básicamente en quitarse de en medio ante cualquier situación problemática para poder así poder culpabilizar a otros de todo aquello que no sale bien. Siguen la conocida frase de «errar es humano, pero echarle la culpa a otro es más humano todavía». Puig y Sánchez son, en este sentido, muy pero que muy humanos. En otros, no tanto porque no se puede permanecer impasible ante el drama de esta crisis con más de 50.000 muertos que ni siquiera reconocen, medio millón de infectados y millones de españoles sin empleo y con un incierto futuro para los próximos meses.

Cada vez que Sánchez o Puig aparecen en televisión tan satisfechos de sí mismos, con su media sonrisa, me recuerdan a la frase de los geniales Les Luthiers: «El que es capaz de sonreír cuando todo le está saliendo mal es porque ya tiene pensado a quién echarle la culpa». Tal cual. Sánchez deriva a las comunidades autónomas toda la gestión, delega las decisiones sanitarias en los expertos (aunque ni siquiera existan) y espera de brazos cruzados a que sea Europa quien nos saque de la crisis.

Por su parte, Puig va dando bandazos sin ningún criterio culpando al primero que pase del aumento del número de contagiados por la pandemia, desde el sector del ocio, a la hosteleria, pasando por los ciudadanos irresponsables o las familias que rompen las burbujas. Mientras tanto es incapaz de dotar al personal sanitario de suficiente material de protección o de poner solución al caos en la atención en los centros de salud, con profesionales desbordados por la nula planificación ante un posible segundo rebrote. Pide a los ayuntamientos que se impliquen en la lucha contra el coronavirus pero luego intenta prohibirles que hagan PCR a los docentes o que pongan enfermería escolar en sus colegios. Educación delega en Sanidad la decisión de hacer test, Sanidad en la policía local el rastreo de los casos, Oltra echa la culpa a las malvadas empresas privadas del caos en las residencias geriátricas (como si no fuera su obligación vigilar los centros), encarga la gestión de dependencia a los servicios sociales municipales, Marzà elude su obligación de construir colegios inventándose el Edificant con los ayuntamientos… y así todo. Incluso Puig, incapaz de asumir ninguna responsabilidad política, se escuda en los técnicos para no explicar las millonarias subvenciones públicas de la administración que él preside a las empresas de sus hermanos (ahora investigadas en los tribunales).

Pasar el marrón y ponerse de perfil es la especialidad de esta nueva izquierda que padecemos mientras, al mismo tiempo, se dedica a poner piedras en el camino a trabajadores, autónomos y pymes. Gobernar es abordar los problemas, tomar decisiones y asumirlas, no solo hacer ximoanuncios. Gobernar no es esperar a ver qué pasa, pendiente solo de la propaganda. Todos sabemos que con estos dirigentes, al final, quien «se comerá el marrón» de verdad son los ciudadanos de a pie. No necesitamos políticos expertos en pasar el marrón sino gente preparada, que dé la cara, responsable y buenos gestores capaces de llevar esta tierra por el camino de la recuperación. H

*Presidenta PPCV