Imagino que este pequeño artículo no va a ser del gusto de todos. Seguro. Pero no me privo de escribirlo porque la realidad social, que es algo plural, reclama, porque son necesarias, opiniones diferentes. Y la mía, al menos en este caso, no coincide con las de aquellos que este lunes y de forma vergonzosa, en una tertulia televisiva y mañanera ponían a parir sin consuelo a Piqué el del Barça porque en el partido contra el Español y después de marcar el gol del empate, con el dedo índice sobre la boca mando callar a la dolorida grada perica.

¿Qué ha pasado? Algo que considero que es fácil de entender desde la buena voluntad: y es que, ya hace años, creo que en 1990, en un derbi Barça-R.Madrid Raúl después de marcar el gol del empate, también se colocó el dedo sobre la boca y mando callar la alegría que se presumía en el Camp Nou, pero en esa ocasión no solo no paso nada sino que, al día siguiente, la prensa le aplaudió y lo presento como una actitud sincera y valiente. Sin embargo, ahora, en el derbi Barça-Español, Piqué, después de soportar insultos que dudaban de la honestidad de su mujer y de quien era el padre de sus hijos, hizo lo mismo que Raúl pero provocó dentro y fuera del estadio alarma social y hasta gritos de traidor a la patria.

La cuestión es: ¿Por qué pasa esto? ¿Qué delito ha cometido Piqué? Posiblemente, el de ser un provocador. Sin duda. Pero, sobre todo, lo que pasa es que en esta España nuestra hay gente, y ahora más que nunca, que desde posiciones dogmáticas y sectarias considera que la bandera de todos les pertenece solo a ellos y, peor aún, entienden que la España patria colectiva, lejos de la pluralidad que expresa la realidad, para ellos es algo uniforme, homogéneo y sinónimo de Castilla. En definitiva, que hay gente que no tolera que los deportistas tengan ideas políticas y, mucho menos, que consideren y expresen que Cataluña tiene derecho a un referéndum.

*Analista político