Hace unos días murió Quino , Joaquín Salvador Lavado Tejón , Premio Príncipe de Asturias, padre y creador de Mafalda, una niña cuya ingenuidad no restaba mérito a sus profundos pensamientos. Con un tono sarcástico, a veces, incisivo e irónico, carácter de indomable revolucionario, supo reflejar en las tiras del periódico el compromiso social, el inconformismo, el interés por cambiar el mundo, aduciendo valores tales como la igualdad, la libertad, la crítica social, en definitiva. Todo con un humor ácido, en ocasiones, no exento, en otras, de ternura, relacionados con la vida cotidiana, la política y, sobre todo, dicho con humor.

Pocas cosas quedaron fuera de su ámbito conceptual, expresadas casi siempre con formulaciones filosóficas. ¿Recuerdan frases como aquella de «el hombre, especie humana que se destruye a sí misma»? ¿O la otra tan popular de «paren el mundo que me quiero bajar» (aunque su origen era de Groucho Marx )? Su vena ecologista tampoco quedó fuera de su ámbito. Nada le fue ajeno.

Leyendo las viñetas uno recoge agudos pensamientos salidos de su boca. Refiriéndose, probablemente, a los políticos, solía decir: «El problema es que hay más gente interesada que gente interesante». A lo que añadía: «El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta».

El padre de Mafalda ha muerto, pero la figura de esta sigue en pie. Y uno piensa: ¿cuántas mafaldas necesitamos hoy en día para que el mundo no se pare y podamos vivir en paz y armonía? H

*Profesor