Una de las imágenes más impactantes de días atrás ha sido la de un repartidor (o rider como se les conoce) de una de las empresas de reparto de comida a domicilio frente a una de las barricadas incendiadas en los disturbios de Barcelona, a las diez y media de la noche, trabajando mientras por la calle los objetos volaban y la calle ardía.

Esta imagen da idea del funcionamiento de uno de los sectores más precarios del siglo XXI en Europa, personas que arriesgan su integridad física en días de mucha lluvia o calor o, como en este caso, aventurándose entre cargas policiales y contenedores quemados.

El pasado 19 de septiembre, la UGT presentó el informe El trabajo en las plataformas digitales de reparto, documento de más de 80 personas que analiza cuál es la realidad del trabajo de estas plataformas, y donde todo sale a la luz: el sistema de captación de los repartidores como «falsos autónomos», la organización del trabajo, las retribuciones, el sistema informático que gestiona toda la organización y las condiciones de precariedad en las que se prestan los servicios.

Y ¿cómo funciona? Las plataformas virtuales de reparto a domicilio, como Deliveroo, Glovo, UberEats, etc., hacen que su empresa gane dinero a través de una aplicación informática (una app) en la que un cliente registrado previamente pueda pedir comida o bebida (u otros artículos) a aquellos establecimientos adheridos a la plataforma para que un repartidor también adherido se la haga llegar a su domicilio personal o laboral, repartidores que para ellos son trabajadores autónomos que ponen a disposición de la empresa sus medios de producción (en este caso su tiempo de trabajo y sus medios de locomoción, bicicletas o motos) y que se organizan como ellos quieren.

Desde UGT denunciamos que la figura de falso autónomo utilizada implica que los repartidores cobran hasta un 25 % menos que si estuvieran realizando la misma actividad, pero con un contrato laboral. Lo que permite a las empresas ahorrar por trabajador al cabo de un año 4.200 euros en salarios (respecto a si tuviesen un contrato laboral estándar) y 3.400 euros en cotizaciones a la Seguridad Social que no se realizan, pues la empresa no cotiza por los repartidores, que son autónomos y pagan sus propias cuotas.

Sin embargo, la precariedad laboral no queda ahí. Derechos como vacaciones, bajas médicas e incapacidad por accidente laboral le suponen al trabajador un coste que en muchas ocasiones no puede afrontar, ya que aunque teóricamente es un autónomo, en realidad se encuentra sometido a una estructura de organización del trabajo que le penaliza y expulsa en estos periodos improductivos.

De hecho la inspección de trabajo en diferentes localidades (València, Madrid, …) y la mayor parte de los jueces confirman las conclusiones de UGT, corroborando que «los trabajadores de las plataformas digitales tienen una relación laboral clara con la empresa en los términos que marca la ley (ajenidad, subordinación o dependencia, remuneración, voluntariedad)».

Así que si es usuario de alguna de estas apps, sepa que el repartidor que le trae su pedido no es un autónomo trabajando en su negocio, sino un trabajador precario que está siendo explotado.

*Secretario Intercomarcal de FeSMC UGT Comarques del Nord