La actriz y cantante María Dolores Pradera (Madrid, 1924), inolvidable intérprete de La flor de la canela, y una de las figuras más emblemáticas y de las grandes difusoras de la canción española, ha fallecido a los 93 años.

Con seis años marchó a Chile con su familia, pero volvió poco después a España, justo para vivir durante su adolescencia la guerra civil, una época que la marcaría para siempre. Tras fallecer su progenitor comenzó a dedicarse al mundo de la interpretación. Debutó como actriz secundaria en la película Mi vida en sus manos (1943) y poco a poco fue escalando posiciones en títulos como el drama histórico Inés de Castro (1944), Yo no me caso (1944), de Juan de Orduña, su primer éxito, o Espronceda (1945), donde coincidiría con Fernando Fernán Gómez, con el que contrajo matrimonio durante ese mismo año. Ambos volverían a trabajar juntos en Los habitantes de la casa deshabitada (1946), en Embrujo (1948), y en Vida en sombras (1949).

TERTULIAS // Ambos artistas entraron a formar parte de los círculos intelectuales de la época, de las tertulias en el Café Gijón, mientras iban trabajando y haciéndose un nombre en el cine y los escenarios. El matrimonio, que tuvo dos hijos, Fernando y Elena, duró 14 años, aunque su divorcio no se hizo efectivo hasta los años 80 cuando se aprobó la ley.

El teatro le trajo a María Dolores Pradera más satisfacción que el cine, donde nunca llegó a sentirse cómoda. Durante esos años su actividad teatral fue abundante y satisfactoria, con obras de Arthur Miller o Miguel de Umamuno, incluso en 1954 pasaría a formar parte de la compañía del Teatro Nacional María Guerrero.

Durante esa época comenzaría también a practicar su faceta musical, por la que sería internacionalmente conocida. Primero de forma tímida y un repertorio de canciones a través del que iría configurando su personalidad musical, a medio camino entre el género lírico y el folclórico.

A mediados de los años 60 se unió a Los Gemelos (Santiago y Julián López Hernández), con los que compartiría trayectoria durante más de 30 años. Comenzaría su leyenda tanto en España como en América Latina, donde también se convirtió en una auténtica institución. Interpretó temas de José Alfredo Jiménez, Violeta Parra o Miguel Matamoros, también le puso voz a Lorca y algunas de sus canciones se han convertido en clásicos populares como es el caso de Amarraditos, Toda una vida, La flor de canela, El rosario de mi madre o Fina estampa, precisamente el tema con el que se retiró de los escenarios en 2013 en una actuación de Miguel Poveda en la plaza de las Ventas.

Fue una mujer discreta en su vida privada y profundamente respetada en el ámbito musical. Quienes la conocieron han destacado su fina ironía. En su faceta creativa nunca perdió la inquietud a la hora de impregnarse del espíritu de las nuevas generaciones. Cantó duetos con Rosana, Pablo Alborán, Amaia Montero o Enrique Bunbury. También con amigos más cercanos como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Víctor Manuel o Ana Belén.