Parecía que Bob Dylan finalmente se daba por enterado de su condición de ganador del Premio Nobel de Literatura: en el anuncio que apareció en su web oficial de la versión revisada de su cancionero que Malpaso publicará en castellano en noviembre, se le identificaba como ganador del Nobel. Los dylanólogos más decepcionados por el pasotismo del músico, que ni se ha puesto al teléfono de la Academia Sueca, vieron como un indicio de que su ídolo aceptaba el premio, que tampoco ha aparecido aún como noticia en su página oficial. Falsa alarma: a algún redactor bienintencionado se le fue la mano, ha sido llamado al orden y al cabo de unas horas la mención al Nobel ya ha desaparecido de la web del escrito.

La Academia Sueca lleva ya ocho días esperando que Bob Dylan coja el teléfono, se dé por enterado de que es el ganador del Premio Nobel de Literatura y le comunique si piensa acudir a las ceremonias de entrega. Unos fastos que incluyen una conferencia, el acto de entrega y una cena de gala con el rey de Suecia la asistencia a los cuales es preceptiva para recibir el galardón, con su jugosa recompensa anexa. Pero solo han conseguido hablar con su jefe de prensa y el mánager de su gira, y el pasado lunes su secretaria permanente, Sara Danius, reconoció que ya se habían cansado de llamar al teléfono de Dylan.

Tras esta falsa alarma, pues, crecen las posibilidades de que Dylan se una a la corta lista de ganadores del Premio Nobel que no han recogido el galardón, junto a Boris Pasternak y Jean-Paul Sartre (y el primero de ellos, no precisamente por su propia voluntad).