La Tomatina de Buñol, la batalla hortofrutícola más famosa del verano, llegó ayer a su cita un año más con 20.000 personas que durante una hora sucumbieron a una guerra festiva y sin cuartel en un río urbano de 145.000 kilos de tomate -suministrados en su mayoría por La Llosa- y bajo la bandera violeta de la lucha contra la violencia machista.

Además del rojo, que por abundancia es el color protagonista en este día, el violeta ha supuesto el aspecto diferencial de esta septuagenaria celebración, debido a la colocación, como en las grandes citas multitudinarias de toda España, de una serie de puntos a los que las personas que sufrieran acoso podían acudir sin problemas para denunciar y recibir apoyo psicológico. En esta ocasión, y a falta del informe policial, no se dio caso alguno de estas agresiones, así como de ningún otro incidente, por lo que el éxito más importante se logró.

La Tomatina, que desde hace poco tiempo ha aprovechado para decir no a la violencia machista, decidió incluir los puntos violetas en los camiones en grupos de dos o tres voluntarias y voluntarios y del Movimiento Mujeres Democráticas de Buñol.

Estas personas, junto a la gran mayoría de miembros de la organización de la fiesta, ha utilizado una camiseta morada con el lema #NoEsNo escrito en ella, según el concejal de la Tomatina, Rafael Pérez, quien detalló que hasta las seis de la tarde estará activado el protocolo de actuación de ayuda a posibles agredidas.

A las 10.57 horas sonó el primer petardo, que marcó el comienzo de la locura y dejó paso a los siete camiones colmados de tomates que tiñeron de rojo las calles de Buñol.

La precisión milimétrica con la que avanzaron los camiones repletos de toneladas de tomate -y ayudados por varios miembros de la organización en la parte delantera- contrastaron con la anarquía imperante entre la muchedumbre. Los vecinos también aportaron su granito de arena al desmadre general, ya que desde sus balcones arrojaban litros de agua. La Tomatina coincide con la fiesta del patrón de Buñol (San Luis Bertrán), y tiene su origen en el último miércoles de agosto en 1945, cuando un grupo de jóvenes buñolenses comenzó a lanzarse verduras de los puestos cercanos en una trifulca.