Una chica que acude a denunciar una violación y asegura que le han puesto algo en la bebida, puede estar ocultando la verdad. La han violado, sí, pero no le han puesto nada en la copa. Un informe del Observatorio Nocatmbul@s, que relaciona abusos sexuales y el consumo de drogas en espacios de ocio nocturno, profundiza en los motivos que quizás la empujan a tomar esta decisión. El estudio, elaborado después de hablar con diversos grupos de adolescentes, sostiene que una lógica, envenenada pero dominante, rige los contactos entre ellos bajo las luces de la discoteca y el influjo del alcohol.

“Si un chico te invita a una copa… te quiere follar”, recoge la opinión de una chica anónima citada en el estudio. “Es una ley no escrita… si acepta el cubata… está mostrando interés en ti…”, confirma otro chico.

“¿Pero por qué?”, desafía el coordinador de Noctambul@s, Miquel Missé, en una sala del Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad repleta de psicólogos, enfermeros y sociólogos especializados en la violencia sexual y en tratar sus consecuencias. “Una chica puede aceptar copas porque le gusta que le inviten y decidir más tarde que no le apetece tener sexo”, razona el especialista. A través de este punto de vista, desenreda más relaciones causales instauradas en la mente de los jóvenes que “no son ciertas”.

BIOLOGÍA MASCULINA // Missé también carga contra el retrato del joven varón incapaz de controlar sus pulsiones sexuales. Un recurso que se acepta como atenuante erróneamente, sostiene. “El tema es que cuando vas ciego, y ves estos espectáculos, hay un momento en el que se te mete en la cabeza follar, follar, follar!”, explicó uno de los chicos entrevistados.

El pretexto de la “biología masculina” suele buscar al final el modo de disculparse acusando de nuevo a la víctima tildándola de haber sido “demasiado permisiva”. Un estudio realizado recientemente en una universidad mejicana concluyó que “casi un 70% de los hombres” afirmó que si la violación “no fuera un delito, violarían”, subraya alarmado.

Las víctimas que aseguran que les “pusieron algo en la bebida” están buscando el modo de burlar todas estas leyes que mandan durante la noche, las defiende. “Para que nadie las juzgue, al hablar de la supuesta droga en la bebida, se convierten en víctimas”, arguye. “Seguro que hay casos de drogas como la burundanga, pero yo no conozco ninguno”, concluye. Los episodios de “vulnerabilidad química” están más relacionados con víctimas que han bebido en exceso que con agresores.

La droga que, con mucha diferencia, se asocia a los abusos sexuales es el alcohol. La psicólogo Mercè Triay explica que la bebida sigue siendo “un canal que usan para acercarse a otra persona”. Y otra psicóloga, Sílvia Egea, analiza que detrás de la frase “me han puesto algo en la bebida” a menudo hay también una reacción “inesperada” ante la potencia que pueden tener las copas. “Son jóvenes, quieren cruzar límites y pueden pasarse”. H