Las diferencias abismales sobre los estándares alimentarios están aguando las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE), una cuestión polémica que podría repercutir en otras partes del planeta.

Desde 2013 esos dos bloques llevan dando forma al que podría llegar a ser el mayor pacto comercial del mundo, aunque no parece que por el momento vaya a salir adelante. Uno de los grandes escollos para el Acuerdo Transatlántico de Libre Comercio e Inversiones o TTIP es el capítulo de medidas fitosanitarias.

Según los expertos, el pacto aumentará el comercio con el resto del mundo y “animará a otros países a adoptar estándares iguales o similares”. El representante comunitario Brian Kilgallen negó que se vayan a rebajar las normas de la UE para la inocuidad de los alimentos o esté en cuestión el principio de precaución que se aplica en esa zona y que supone abandonar una política o acción cuando pueda dañar a las personas o el medio ambiente y no exista consenso científico.

Ese enfoque, empleado por muchos países importadores de alimentos ante amenazas inesperadas o por la presión de la opinión pública, contrasta con la exigencia estadounidense de gestionar los riesgos a partir de pruebas científicas. La disparidad de principios se observa en cuestiones como el uso de pesticidas, hormonas y antibióticos en la producción animal, los transgénicos o el etiquetado de alimentos, incluidas las denominaciones de origen. Kilgallen insistió en que los organismos modificados genéticamente (OMG) están excluidos de las conversaciones.

Para Juergen Knirsh, coordinador de Comercio de Greenpeace, EEUU ha presentado “claras demandas para librarse de los estándares europeos con el argumento de que estos no están basados en la ciencia”, frente a lo que la Comisión Europea “todavía no ha tomado una posición”.

Así se desprende de los documentos clasificados de las negociaciones que la ONG ecologista filtró el mes pasado y que revelan la presión de Estados Unidos para que la UE se adapte a sus peticiones. Por cómo se están discutiendo todos los capítulos, el activista auguró que llegará un momento en que los negociadores del tratado deberán dar prioridad a unas cuestiones sobre otras, por lo que la protección de los consumidores y el medioambiente podría salir perdiendo.“El TTIP puede ser peligroso”, sostuvo. H