El vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, informó ayer de que la cifra de fallecidos ascendió a 235, en tanto que la de heridos se ubicó en 1.557 como consecuencia del terremoto de 7,8 grados de magnitud en la escala abierta de Richter, que sacudió el sábado la zona tropical norte del país.

El anuncio lo realizó en una rueda de prensa tras un recorrido por poblaciones de la costa, azotados por el terremoto, en la que reiteró que no hay alerta de tsunami, ni tampoco afectación en represas de agua.

Según el vicepresidente, hasta el momento se han registrado 189 replicas de diversa intensidad del terremoto, que se produjo a las 18.58 hora local del sábado (23.58 GMT), entre los balnearios costeros de Cojimíes y de Pedernales, en la provincia de Manabí y colindante con la vecina Esmeraldas.

Tras el desastre, el Gobierno ecuatoriano declaró el estado de emergencia en las provincias de Esmeraldas, Manabí, Guayas, Santo Domingo de los Tsáchilas, Los Ríos y Santa Elena, así como el estado de excepción en todo el territorio nacional.

Glas agradeció la ayuda internacional ofrecida y que ha comenzado a llegar, y pidió a la población no arriesgar su vida por tratar de rescatar sus enseres.

Insistió en que la “prioridad” es el rescate y la atención a la ciudadanía. “Luego, con mucha fuerza y con profunda unidad vendrá la reconstrucción”, añadió.

Durante uno de sus recorridos por las zonas afectadas, Glas calificó ayer de “catástrofe” lo ocurrido en alguans de las zonas de la costa ecuatoriana.

“Es una tragedia que la estamos enfrentando, ya llega más fuerza pública, vituallas, agua, seguridad; estamos tratando de restablecer el servicio público de electricidad en algunas partes de la ciudad. Estamos en una situación de catástrofe en algunas partes de Portoviejo, en algunas partes de Manta”, dijo Glas a la televisión Teleamazonas.

Pidió unidad, fuerza y fe a los ecuatorianos y, a nombre del presidente de Ecuador, Rafael Correa, se solidarizó con las familias de las víctimas del terremoto. H