Eres Enrique Salvador?», le preguntó Juventino Pérez Sampedro --el hombre atacado por dos perros en el Camí de les Villes de Castellón-- al vecino que le salvó la vida. «No sé si te llamarás así de apellido, pero, para mí, eres salvador», le dijo la víctima en una llamada de agradecimiento.

Enrique Emo se ha convertido en protagonista por su heroica actuación el pasado domingo, cuando, arriesgando su propia integridad, abrió su vehículo para recoger a un corredor herido por los mordiscos de dos canes. Dos animales que aún estaban allí, sueltos. Él, modestamente, le quita importancia a su acción. «Tampoco es para tanto, no hice más de lo que creo que hubiera hecho cualquiera», explica Emo en una entrevista concedida a Mediterráneo. «La otra opción era ver, ante mis ojos, cómo dos perros se comían a una persona sin haber hecho nada y no era eso lo que iba a hacer yo», asevera.

Juventino Pérez y su esposa no tardaron en llamar a su salvador para darle las gracias. «Dicen que soy un ángel, que le ha salvado la vida, pero para mí no hay para tanto. Lo mismo que le ocurrió a él me podría haber pasado a mí y a mis perros si me hubiera quedado en mi finca un minuto más», relata el testigo.

Emo es agricultor y tiene una parcela en la misma calle donde ocurrió todo. Aunque se dedica oficialmente a los trabajos de mantenimiento en empresas, ahora está en paro desde septiembre y busca empleo.

El día de la agresión --casualmente coincidía con el cumpleaños de Juventino-- este héroe de a pie se iba en su furgoneta después de revisar su huerto y pasear a sus perros. «Los canes empezaron a saltarme encima de la furgoneta, así que subí la ventanilla y llamé al 112. Les dije que el primero que pasara por la calle iba a tener problemas, pero creo que ni pude acabar la llamada porque en ese momento vi a Juventino», recuerda el protagonista. «Le hice una señal para que no se acercara, pero los animales fueron a por él, directos», asevera.

Emo incide en que él empezó a tocar el claxon y sus perros a ladrar para ahuyentar a los agresores. «Se apartaron un segundo y vi que era el momento de salir», afirma, recordando que la víctima se quedó apoyada con el brazo en el retrovisor, «los ojos en blanco y en shock, casi desmayado y todo ensangrentado».

«Tuve el tiempo justo para cargarlo y cerrar la puerta», cuenta. «No sentí miedo, tuve la cabeza fría e hice lo que debía», revela este ciudadano modelo, cuya acción ya es un hito.