Más de una veintena de residentes en los adosados del PAI Lledó donde se produjo el apuñalamiento en la madrugada del domingo al lunes se reunieron ayer por la tarde para hablar sobre lo ocurrido y acordar medidas para prevenir nuevos robos.

Los dueños de los chalets tomaron la decisión de instalar una valla de dos metros de altura por nueve de longitud justo por la zona por la que saltó al interior el ladrón, según confirmaron a este diario. El caso ha causado conmoción y temor entre ellos.