Ocio nocturno y alcohol van de la mano. Lo han hecho siempre y ahora también. Solo que en Castellón los excesos ya no se gestan junto a las barras de los pubs y las discotecas, sino sobre el banco de una plaza, en una explanada alejada de las miradas o en plena calle, en la acera. Un fenómeno evidente que corroboran la voz de sus protagonistas: siete de cada diez adolescentes de 14 a 18 años han hecho botellón alguna vez en su vida, y casi la mitad, en el último mes. Son datos autonómicos del Plan Nacional sobre Drogas, un estudio que sitúa en tan solo 13,6 años la edad de inicio en el consumo de alcohol.

Pese a las restricciones legales que existen sobre el consumo de alcohol en la calle y la prohibición de vender bebidas graduadas a jóvenes que aún no han cumplido los 18 años, el botellón sigue siendo una práctica común. Lo dicen las encuestas y lo corroboran las fuerzas de seguridad. Un dato. A lo largo de este año, la Policía Local de Castellón ha impuesto 111 denuncias por botellón. Además, desde el pasado 18 de noviembre, los agentes llevan a cabo una campaña de prevención, donde, además de vigilar a quienes beben en la calle, controlan a los locales que venden alcohol fuera de horario y a menores de edad. La zonas más calientes de la capital están en la plaza Obispo Pont i Gol, Marqués de la Ensenada, Lagasca, Hermanos Bou y la explanada del antiguo Mercado del Lunes. «Dentro de esta campaña ya se han puesto 15 sanciones por consumo y otras tantas a comercios», apunta Enrique Fernández, portavoz policial.

El grueso de los que practican botellones en Castellón son jóvenes de entre 20 y 25 años (hay mayoría de chicos), pero los casos de menores no son nada raros. Todo lo contrario. «Suele ser habitual encontrar a adolescentes bebiendo en la calle. Se les sanciona y se les lleva a casa con sus padres», explica Fernández.

En Castellón la policía constata que hay menores que beben en la calle y en la Vall d’Uixó, también. La Policía Local alertaba hace tan solo unos días de tres menores de entre 13 años y 15 años atendidos por coma etílico, llamado también intoxicación alcohólica aguda, y que se produce por un consumo importante de alcohol, generalmente durante un período corto de tiempo. Cuanto más alcohol es absorbido rápidamente, mayor es el riesgo.

BORRACHOS AL HOSPITAL // Todo el mundo conoce los riesgos (las alertas han saltado tras la muerte, el pasado mes, de una niña de 12 años en Madrid) pero los casos de comas etílicos muestran una realidad poco tranquilizadora. Dos ejemplos bastan para entenderlo: durante el 2015, los servicios de Urgencias de los hospitales públicos de la provincia atendieron a 1.085 menores de 30 años con intoxicación alcohólica aguda, y este año 135 menores de edad han pasado por el hospital tras una borrachera. En la estadística de la Conselleria de Sanidad no están todos los que son, pues no todos los jóvenes acaban en un hospital. Los hay que son atendidos por el SAMU o por el médico del centro de salud. Otros, en cambio, se quedan solos esperando a que transcurra el tiempo y se pase la borrachera.

El fenómeno existe y los ayuntamientos de Castellón están dispuestos a ponerle freno. O, al menos, a evitar que vaya a más. ¿Cómo? Con más multas, pero también con campañas de prevención para que los jóvenes sean conscientes de los peligros que entraña beber.

En la Vall d’Uixó, la Policía Local sancionará a todo el que consuma alcohol en la calle y hará lo mismo con los establecimientos que vendan bebidas a adolescentes. «Se ha reforzado la presencia policial en las zonas donde se consume alcohol, como la Muntanyeta, patios de colegios e institutos y plaza del Mercado», explican fuentes municipales, que añaden que también se está llevando a cabo una campaña informativa en los supermercados y comercios que venden alcohol.

Benicarló es otro de los municipios que se ha puesto manos a la obra. Durante todo este mes ha puesto en marcha una campaña especial y multará a los padres cuyos hijos menores consuman alcohol en la calle. «Los padres son los responsables y la sanción recaerá sobre ellos», comenta Javier Sospedra, portavoz de la Policía Local de Benicarló.

LA CLAVE, LA PREVENCIÓN // Sanciones sí y prevención, también. Y ahí está la clave de todo. Los expertos entienden que la Policía, por sí sola no puede acabar con un fenómeno que va a más, entre otras cosas porque no todos los municipios de Castellón cuentan con una plantilla lo suficientemente amplia. Y es ahí donde entran en escena. Faltan políticas de bienestar sobre juventud. «Lamentablemente no existe una política que fomente actividades alternativas como los maratones o el senderismo o, al menos, yo no la conozco», critica Francisco López, presidente de Patim, la Asociación para la Intervención e Integración en Adicciones.

Que la prevención es la clave es algo que también comparte Juan Barcla, responsable de proyectos de la oenegé Controla Club. «Hay que trabajar en la concienciación y hacerlo de una manera transversal. Y eso se logra estando presentes en las zonas de ocio, pero también en los institutos y dando charlas a los padres», insiste.

Onda en uno de los últimos municipios de la provincia que ha impartido charlas informativas a chavales de entre 12 y 16 años. Lo hizo en octubre, días antes del comienzo de la Fira. Porque los 12 años, con el paso del colegio al instituto, es el momento delicado. Se empieza a salir y las botellas llegan al parque.