Miguel Veses hoy está de celebración y eso que no es su cumpleaños. Un 22 de febrero de hace tres años, este castellonense fue sometido a un trasplante de corazón. Treinta y seis meses después, lleva una vida perfectamente normal. Hace deporte, come prácticamente de todo y disfruta jugando con sus nietos. Como cualquier abuelo.

Miguel no sabía lo que era estar enfermo hasta que el 2 de enero del 2012 le dio un infarto. Tras varios días en la UCI, un alta médica, y otro ingreso hospitalario, al final le comunicaron que su única salvación pasaba por un trasplante. “Los médicos fueron muy claros. Si no recibía pronto un corazón nuevo me quedaban entre seis y ocho meses de vida”, describe.

En septiembre del 2012 entró en lista de espera y seis meses más tarda recibía el trasplante. “Lo primero es dar las gracias a todos los donantes y a sus familias. Sin ellos todo eso no sería posible”, recalca este castellonense.

La operación salió perfecta. “Recuerdo que me llamaron a las cinco de la tarde de un viernes y por la noche entraba en quirófano. Lo sorprendente es que el lunes ya me levanté de la cama u pude caminar perfectamente”.

Miguel siente una profunda gratitud hacia todos los donantes, pero también a la Asociación valenciana de trasplantados de corazón (Avatcor). “Hacen un papel magnífico. Vienen a verte y te demuestran que no pasa nada, que después vas a llevar una vida normal”, dice.

A todos quienes vayan a enfrentarse a un trasplante Miguel les lanza un mensaje. “Que aguanten, que no lo pasen solos y que confíen en los profesionales médicos”. H