Comidas y cenas tardías, calles llenas de gente hasta bien entrada la noche, comercios hasta la bandera pasadas las 21.00 horas... Parece evidente que el nuevo modelo horario que propone el Ejecutivo de Rajoy para los trabajadores plantearía muchos cambios en los hábitos y la forma de vida actual. La iniciativa despierta, a priori, muchas simpatías entre los ciudadanos, pero también una larga lista de preguntas. ¿Cerrarán las tiendas también a esa hora? ¿Y los bares o gimnasios? ¿Habrá que adaptarse al horario europeo en todos los aspectos? Esas son las primeras dudas que asaltan a los castellonenses a pie de calle. Y es que la cultura nacional, costumbres y hábitos horarios distan mucho de los de otros países europeos.

Los trabajadores valoran de forma positiva la idea de poder pasar más tiempo en familia, concentrando el horario laboral para acabar antes y que la jornada no se prolongue, prácticamente, hasta la hora de la cena. Sin embargo, la idea de que los supermercados y centros deportivos acorten su horario vespertino no convence y el hecho de que los empresarios contraten más personal para cubrir turnos les resulta «improbable». «Nosotros no estamos hechos para encerrarnos en casa, como hacen en los países del norte de Europa por imperativo del frío y el mal tiempo. Cuando acabamos de trabajar, nos gusta salir a tomar algo, aprovechar para ir de compras... ¿De qué nos sirve salir antes si la idea es que todo cierre pronto?», se planteaba ayer Ana María García, administrativa en una empresa de la capital.

Los expertos en derecho laboral aseguran que los avances que plantea el Gobierno «no serán suficientes si no van acompañados de una verdadera cultura y un firme compromiso de los agentes sociales implicados». Así lo han explicado desde Séneor Laboral a este periódico.