Hay vencedor. El pulso lo ha ganado esta vez Pedro Sánchez. Ximo Puig no ha logrado el sí de Ferraz para concurrir a las elecciones del 26-J con Compromís y Podemos en ese Acord Valencià que le garantizaba al menos tres senadores y visibilidad en Madrid. Sin este pacto, es casi seguro que el PSPV se quedará sin representación en la Cámara Alta por vez primera en unos comicios democráticos en España.

Sánchez tiene sus razones. Que son muchas y legítimas. Un partido como el PSOE no puede plegarse a las exigencias de Podemos. Es partido de gobierno y debe caminar solo para sumar en el centro izquierda, que es donde están las mayorías. Un espacio, por cierto, cada vez más reducido porque por la izquierda se lo come Podemos y por el centro Ciudadanos. Un dato que invita a la reflexión seria de un partido que va a menos en cada cita electoral, aquí y en el conjunto del Estado. Supongo que la estrategia marca que no se puede hacer campaña demonizando a los podemitas de Pablo Iglesias para arañar votos cuando uno de tus barones territoriales más importantes ha pactado con él, una situación que, sin embargo, se ha dado.

Tampoco lo que pretendía Puig es algo descabellado. Ya lo apuntábamos aquí. Ha apostado al todo o nada para que el PSPV no se quede fuera del Senado -solo mantendría al histórico Joan Lerma al ser senador elegido por Les Corts—. Y ha sido coherente con esa singularidad valenciana intentando llevar el Acord del Botànic al Senado junto a sus socios de gobierno, Compromís y Podemos.

Explicados estos dos argumentos, los dos muy válidos según la óptica con la que se miren, es muy difícil entender porqué el PSOE se apoya, o apoya, gobiernos con influencia podemita -caso de la propia Comunitat Valenciana o ayuntamientos como el de Castellón, Madrid o Barcelona— y no pueden ir de la mano al Senado. Quiere los sufragios, los diputados y los concejales de Podemos para formar mayorías e impedir que el PP, el más votado en muchas comunidades autónomas y ayuntamientos, llegue a gobernar; pero no le valen las papeletas y los senadores del Acord Valencià para impedir esa misma mayoría en el Senado. Hay contradicciones permanentes en el PSOE de Sánchez en algo que les ha desbordado desde la irrupción de los de Iglesias, sin que encuentren la tecla para remediarlo. El portavoz del comité electoral socialista, Antonio Hernando ha dicho que la política no debe ser táctica ni estrategia, sino propuestas. Quizá por eso el PSOE en esta fallida legislatura le prestó dos senadores a Esquerra Republicana de Cataluña para que formase grupo propio --uno, el castellonense Grau--. ¿táctica o propuesta? Está claro que la política suma ambas cosas, aunque a veces adolece de las dos.

Mientras, Iglesias se frota las manos. Lo ha vuelto a lograr, desestabilizar al PSOE en su intento evidente de convertirse en la única alternativa real de izquierdas al PP de Rajoy.