Loas y fervor en su máxima expresión caracterizaron la jornada de ayer, domingo, en el transcurso de los actos de la fiesta grande dedicada a la Mare de Déu de Gràcia. Una iglesia arciprestal repleta acogió la misa en honor a la Moreneta que precedió a la procesión que discurrió por las calles del centro de la localidad.

Una procesión en la que destacó el aumento de portadores de la imagen que, en esta ocasión, llegó a los 30, seis más que en la cita del pasado año 2017. Un incremento que se justifica en que la peana incluye cuatro barras que, de esta forma, permiten distribuir mejor su peso. La medida obligó a realizar cálculos y mediciones en algunos cruces de calles más estrechas, con el fin de garantizar el giro correcto de la peana con la Virgen.

La intensidad de los festejos que arrancaron el viernes con la tradicional baixà de la patrona de Vila-real y que están contando con una auténtica vorágine de citas lúdicas --tanto organizadas por la Junta de Festes como las que preparan las peñas y que abren al vecindario en general-- no causó ayer una merma en la participación en los diversos actos con los que, cientos de ciudadanos, demostraron su devoción por la Moreneta vila-realense.

EL PATRÓN

En la procesión no faltó la presencia de la imagen del patrón de la ciudad, Sant Pasqual. Como de costumbre, salió de su basílica para acompañar a la Virgen en su recorrido por las calles Sant Roc, Sant Antoni, Zumalacárregui, Major Sant Doménec, plazas Major y de la Vila, Major Sant Jaume, Bayarri y, de nuevo, Sant Roc en su regreso a la iglesia arciprestal.

Pese a que los eventos religiosos capitalizaron el protagonismo de la tarde, por la mañana no faltaron actividades tan variadas como una carrera de escuelas ciclistas, la concentración de gossos raters o la mascletà que la reina, Cristina Pesudo, y sus damas se encargaron de encender.