Fuertes presiones políticas empujan al rey Don Alonso de Portugal -el histórico rey Don Alfonso- a decretar la ejecución de Inés de Castro, casada secretamente con su hijo, el infante Don Pedro. Tres cortesanos llevan a cabo el asesinato legal.

Don Pedro, al conocer la noticia, acaba por perder temporalmente el juicio, para, una vez recuperado, hacer la guerra a su padre. Los asesinos huyen a Castilla. Muerto el rey Don Alonso, Don Pedro sube al trono de Portugal.

Después de ser proclamado rey en Coimbra, desentierra el cadáver de Inés, se casa públicamente con ella y le ciñe la corona real. La extradición de los antiguos asesinos, entregados por el rey de Castilla a su homónimo portugués, hace que dos de los responsables directos de la muerte de Inés, sean ajusticiados ante los ojos del espectador.