osiblemente será un dato circunstancial, pero lo cierto es que el paro ha subido en la provincia de Castellón más que en las otras dos de la Comunidad Valenciana. Hasta ahora era al revés, pero esta vez es como es. Más parados. Y, además, las cuadrillas no salen a coger clementinas porque los almacenes y las cooperativas no saben dónde venderlas. Más paro.

Los datos pintan mal. Insisto: probablemente serán coyunturales y el mes que viene todo vuelva a la aparente normalidad, pero lo cierto es que la economía pierde alegría. ¿Ha acabado la etapa de las vacas gordas? ¿Vivimos un espejismo? No creo. La economía de Castellón es fuerte, tiene recursos financieros y las empresas están bien asentadas, pero lo que está ocurriendo en los últimos meses demuestra que hay que permanecer alerta. Esta es una economía con pies de barro.

Aún más. La solución no va a venir de la política. No hay varita mágica para estas situaciones. Ni el dinero de la Generalitat de Camps ni el del Gobierno de Zapatero traerán soluciones. Hay imaginación y esfuerzo. Moisés no existe. El catedrático de la UJI César Camisón lo decía ayer en este periódico: en la diversificación está la clave. Aunque cabe preguntarse quién es el guapo que retira inversión en el azulejo para irse a la biotecnología. Pregunta que José Soriano respondió cuando apostó por la industria tras las heladas de 1954.