El sector agrícola languidece en la provincia de Castellón con el paso del tiempo. La citricultura atraviesa una crisis coyuntural que amenaza con convertirse en estructural si no se adoptan las medidas oportunas para revertir la dinámica perversa que la atenaza. En el marco de una sociedad que mira al futuro, olvidando en ocasiones su pasado y su presente, la Administración tampoco aborda el problema en toda su magnitud. Prefiere dejarse llevar por la inercia y que la agricultura fallezca de inanición porque es incapaz de adaptarse a la nueva realidad social por sí sola.

Las comarcas castellonenses atesoran una larga tradición de vinculación con la campo. Somos gente que venimos de la tierra, aunque, en muchas ocasiones lo olvidamos.

Eventos como el que este fin de semana se celebra en Vila-real nos recuerdan quiénes somos y que es posible seguir defendiendo nuestros orígenes en un mundo globalizado y cosmopolita como el actual. Ramón Tomás Céspedes, concejal de Agricultura de la localidad y diputado provincial, ha hecho una fuerte apuesta por la Agrofira, recordándonos algunas facetas de nuestro pasado agrícola, pero sin olvidar que hay alternativas de futuro para seguir viviendo de y para el campo.

La citricultura castellonense tiene no puede perecer víctima de la actual crisis de precios, porque, aún hoy en día, es un pilar de la renta familiar en la economía provincial.