Reírse del aeropuerto significa reírse de Castellón y eso no hay ningún castellonense de bien que pueda permitirlo. Por ello hay que decir basta a la campaña de desprestigio que se ha iniciado en la Comunitat, pero que ya llega más allá de las fronteras valencianas, y que hace unos días tuvo su punto álgido con el ahora ministro García Margallo como autor de unas desafortunadas declaraciones.

Ayer, el secretario general del PSPV, Jorge Alarte, aprovechó su gira festiva por Castellón para volver a poner el dedo en la llaga: “El aeropuerto no puede ser el hazmerreír de España”, dijo, para añadir que “hay que sentarse con el Ministerio de Fomento, con Aena y con las compañías aéreas y buscar un plan de viabilidad”. Correcto, pero justo lo mismo que debió llevarse a cabo hace meses, cuando el Ministerio y Aena estaban en manos del PSOE. O sea, otra vez política barata a cuenta del nuevo aeropuerto de Castellón.

Todo menos hacer frente común en un asunto que es vital para el futuro de esta provincia porque, si una de las bases de la economía para salir de la crisis debe sustentarse en el turismo, esto no tiene sentido sin la instalación de Vilanova. Un aeropuerto que quizás llegue tarde, pero que tenemos derecho a defenderlo todos con uñas y dientes.