Hay algunos entes públicos que dependen de la Generalitat que parecen querer tomar el pelo, sobre todo a los colectivos más débiles como los agricultores y ganaderos. La Entidad Pública de Aguas Residuales (EPSAR) cobra un canon a muchos ganaderos, fundamentalmente a los de porcino, que es injusto y además posiblemente ilegal. Les hace pagar por ocasionar residuos cuando lo que generan, según la normativa existente al respecto, es un subproducto ganadero. Un abono y no un residuo. El caso es tan sangrante que una explotación mediana de cerdos, con unas 1.200 plazas, estaría pagando por este canon alrededor de 3.000 euros al año o, si lo prorrateamos, 250 euros al mes.

Lo más grave es que en ninguna otra autonomía se paga. La Generalitat se niega a que sus ganaderos sean como los del resto del Estado haciéndoles pagar y perdiendo competitividad, mientras sigue invirtiendo en grandes eventos como el gran premio de Fórmula 1 donde solo el canon ya vale 18 millones y la organización de la prueba otros 15. A los grandes les dan dinero a espuertas y a los pequeños nos lo quitan.

La Unió se ha reunido y negociado varias veces con los responsables del EPSAR, pero es como hablar con una pared. Solo queda ya, a no ser que cambien de opinión, estudiar la presentación de un recurso judicial. La normativa y la jurisprudencia es clara. Para cobrar un canon de saneamiento de aguas residuales se deben producir precisamente este tipo de aguas y las granjas de porcino únicamente producen cerdos y purines, que según la propia Conselleria de Agricultura se contempla como un abono orgánico.

El EPSAR pretende cargarse al sector ganadero con una tasa que no tiene en cuenta ni lo que pasa en otras comunidades, ni la normativa vigente ni las sentencias de los tribunales, un impuesto que se añade además a los costes que suponen para los ganaderos adaptarse a las normas de bienestar animal propuestas por la Unión Europea y que entrarán en vigor el próximo año con un fuerte desembolso para los menguados bolsillos de los productores.

Los ganaderos luchan con todas sus fuerzas para conseguir un precio digno para sus animales y por si esto no fuera suficiente para sobrevivir, han de aguantar a muchos técnicos y políticos ineptos y que se inventan impuestos o normativas casi imposibles de cumplir. H