Querido lector, si a un valenciano le dicen que hay un nuevo caso de corrupción que se relaciona con el PP de la Comunitat Valenciana, la respuesta sería algo así como: “no me extraña”. Da la impresión de que la Comunitat es el origen y la sede de la corrupción política del PP. Sensación que si me atrevo a comentar es porque es público y notorio que dentro de nuestro mapa territorial y en el campo de la perversión política, el PP lo ha inventado y nos lo ha hecho sufrir casi todo: el caso Gürtel, el caso Torrevieja, la trama Brugal o de las basuras, el caso Callosa del Segura, el caso Jacarilla, el caso Fabra, el caso Calpe, el caso Emarsa, el caso Urdangarín, el caso Blasco o de las ONGs, la trama Tierra Mítica, el caso Bancaja, el caso CAM, el caso Ivex o de Julio Iglesias, el caso Monforte, el caso Ibi, el caso aguas de Calpe... etc. Además, y según cuentan los especialistas en tan desgraciado asunto, implican a unas 250 personas que, dicho sea de paso, acampan en todas las instituciones de la democracia: dirigentes de partido sin cargo público, concejales, alcaldes, diputados provinciales, presidentes de Diputación, diputados autonómicos, presidentes del Consell, exdirectivos de RTVV... etc. Incluso, y lo comento a título de anécdota, pero de anécdota de esas que según Federico Trillo sería de “manda huevos”, tenemos hasta un presunto corrupto que al contrario que Robin Hood, aquel forajido del folclore inglés medieval que robaba a los ricos y opresores para dar a comer a los pobres oprimidos, se dedica (siempre presuntamente) a desvalijar los fondos públicos de la solidaridad que debían ir destinados a atender a los necesitados del mundo. Por eso, repito, si ahora le dicen a un valenciano que investigando el caso Gürtel ha reaparecido el caso Bárcenas (un mal rollo que señala, siempre presuntamente, claro, como el tesorero del PP cobraba comisiones ilegales y las destinaba a financiar la acción del partido y a pagar sobresueldos a ciertos dirigentes), la respuesta sería: “nada nuevo, algo habitual”.

Querido lector, ante esa nueva situación permíteme un par de comentarios: el primero para expresar mi convicción de que la solución a la corrupción no vendrá de mano de una auditoría interna que se provoca por quienes ya han negado taxativamente el pago de sobresueldos o dobles contabilidades y que, al tiempo, declaran que la ordenan para dejar constancia de que todo esta bien. Por lo tanto, confío más en la participación de los jueces, la acción cívica de no votar a los corruptos, y los cambios legislativos que permitan mejores controles, etc. El segundo comentario tiene que ver con la muerte de la acción política partidaria en democracia. Algo que no aparece como un infarto: hoy está bien y de la noche a la mañana en el cementerio ¡No es así! Salvo en caso de golpe de Estado, algo impensable en una democracia como la nuestra, el ejercicio partidistas de la política se muere lentamente o en pequeñas dosis al perder funciones cívicas vitales cuando los representantes del pueblo soberano: se separan de las aspiraciones sociales, no dan periódicas explicaciones ni comparecen ante los votantes, caen en la corrupción, se someten a los poderes económicos y sus abusos, solo miran sus intereses personales, mantienen eternamente problemas vitales (como el paro) sin solución... etc. ¿Cómo se nota esa muerte? Sencillamente porque, como pasa ahora, tiene presencia el desprestigio y la desconfianza hacia la política y de los políticos, la gente pierde las ganas de votar, se acusa a todos de ser iguales, los vecinos no se implican en acciones cívicas y se hacen pesimistas, el bien común es sustituido por el interés personal y la insolidaridad, la participación desaparece, etc. En definitiva, últimamente, entre recortes de servicios sociales básicos y la corrupción… etc, están matando el ejercicio de la política partidista en democracia. Aunque, eso si, unos más que otros. PD: en cualquier caso, si solo hablo de la corrupción del PP en la Comunitat Valenciana, es porque aquí es la que nos ocupa, preocupa y contra la que podemos influir. H