Estas líneas van dirigidas a todos aquellos que han formado parte de nuestra vida. El pasado 6 de marzo falleció mi marido Carlos con 36 años… ¿Qué injusticia es esta? Me levanto todas las mañanas con la misma pregunta. Pero también son unas líneas que quiero utilizar para el agradecimiento, el principal es para todos los médicos, enfermeras, auxiliares, personal de limpieza, celadores, un sinfín de personal más que humano del Hospital General de Castellón. El corto proceso que pasó Carlos de martes a sábado ingresado, fue más que suficiente para darme cuenta de los grandes profesionales que tenemos y aunque el final no haya sido el esperado ni por ellos ni por mí, lo que es indudable es la gran profesionalidad y humanidad que han tenido con todos nosotros, pero sobre todo con Carlos. Se ha hecho por él todo lo posible e incluso me atrevería a decir lo imposible y aunque en estos momentos nada me reconforta, sé que cuando pueda hablar de todo esto con menos dolor y mire hacia atrás, me ayudará saber que hicieron todo lo que pudieron. Fueron días muy intensos de los cuales no tengo noción del tiempo, pero se me quedó marcado en el corazón las palabras que me dijo un doctor de UCI: «Carlos se puede morir, pero nosotros no lo vamos a dejar morir, vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos». Y así siento que fue. Gracias de corazón por haber peleado por Carlos hasta el último momento.

Necesito y quiero mandar un abrazo inmenso a mi familia (a los que quiero y estaré eternamente agradecida) y a la que me deja Carlos (los cuales necesito a mi lado), no olvidándome de la familia que yo elijo, que es la que día a día vive el dolor conmigo, pero también me ayudan a tirar hacia delante… Ni de los papás del Colegio Ramiro Izquierdo y en especial la profesora de Clara, la cual ayuda día a día a nuestra hija en sus ratitos de angustia. Tampoco quiero olvidarme de todo el resto de familiares, amigos y conocidos tanto míos como de Carlos o de nuestras familias, son tantísima la gente que nos ha acompañado en estos difíciles momentos para todos nosotros, que me siento muy agradecida. No quiero olvidarme de mis otras dos familias, la primera, Congelados Dil, mi trabajo, donde están apoyándome día a día, cuando me puede la tristeza, acompañándome en el duelo e intentando tirar de mí en estos duros momentos, esto es lo que me trasmiten todas y cada una de las personas que la componemos, gracias. La segunda, Bodegas Vidal, el trabajo de mi marido, donde la humanidad conmigo y con mi hija ha sido maravillosa, agradecerles su acompañamiento diario ante mi dolor, que también ha sido el suyo y así me lo han hecho sentir.

Desde lo más profundo de mi corazón doy gracias a todos los que en algún momento de nuestras vidas estuvisteis, estáis y sobre todo estaréis acompañándome a mí y a nuestra hija Clara en este largo y duro camino que nos queda por vivir con la ausencia física de Carlos, pero con su compañía en todos nuestros pensamientos y nuestro corazón.