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BABOR Y ESTRIBOR

Basilio Trilles

La hora de Begoña Carrasco

La encuesta publicada el domingo en un digital nacional refleja el notable ascenso en intención de voto del PP en Castelló, estableciendo un escenario, de corroborarse la tendencia en posteriores muestras demoscópicas, de reñida contienda electoral entre la alcaldesa socialista, Amparo Marco, y la popular Begoña Carrasco. En dicho estudio se quedan sin representación municipal Ciudadanos y Podemos. En cuanto a la valoración de líderes se evidencia la escasa influencia de los nombres propios en los votantes de Vox, ya que Luciano Ferrer, único concejal de la opción ultraconservadora, aparece en el último lugar. En cambio Vox refleja un avance extraordinario con el vaticinio de cinco concejales. Algo parecido ocurre en Compromís, aunque en este caso el perfil de Ignasi Garcia es meridianamente distinto al de Ferrer. García es un político sólido, de talante dialogante y muy efectivo en sus competencias. Sin embargo, queda situado detrás del líder local de Podemos, Fernando Navarro, cuya formación no logra representación en la encuesta. Por contra, la estimación de Compromís es de mejora en los resultados y consolida sus tres ediles. Según el reciente estudio, de celebrarse ahora las elecciones municipales, el PP obtendría siete mil votos más que en 2019, pasando de siete a diez concejales. Mientras que el Partido Socialista perdería unas décimas en la intención de voto que lo situaría con un edil menos que ahora. De ser así, el gobierno del Acuerdo de Fadrell daría paso a un nuevo ejecutivo local, merced al inevitable pacto entre PP y Vox. Parece pues que, tras años de grandes dificultades por la nefasta carga heredada, la opción de centroderecha que encabeza Begoña Carrasco comienza a atisbar la posibilidad de recuperar la alcaldía de la capital de la Plana, que estuvo en manos de los populares 24 años. El alcalde José Luis Gimeno obtuvo cuatro mayorías absolutas, hasta que en 2005, de forma inesperada decidió dimitir, ocupando el puesto Alberto Fabra.

En 2007 y en 2011 Fabra revalidó la alcaldía, pero tras la caída de Francisco Camps, gozando del acta de diputado autonómico, fue proclamado president de la Generalitat pasando la vara de mando a Alfonso Bataller, el cual sufrió la derrota en 2015. Bataller se vio arrastrado por errores propios y el impacto social de los numerosos casos de corrupción y escándalos acontecidos en el seno del PP en la Comunidad Valenciana y con el negativo añadido del mazazo que localmente significó para el PPCS el encarcelamiento de Carlos Fabra en diciembre de 2014, seis meses antes de los comicios municipales. Bataller no solo perdió la alcaldía, en el momento de la debacle fue imputado en el caso Púnica y al día siguiente de hacer efectiva el acta de concejal dimitió. Con semejante escenario, la joven abogada Begoña Carrasco asumió el cargo de portavoz popular en el consistorio con el complicado objetivo de recuperar la alcaldía. Misión poco menos que imposible ante la situación general del PPCV, azotado por los escándalos que desataron un intenso viacrucis mediático, que tendría como resultado la debacle general en las tres provincias valencianas y la perdida de la Generalitat. Para la historia del anecdotario periodístico ha quedado la exclamación de Rita Barberá, dirigiéndose a Alberto Fabra la noche electoral del 24 de mayo de 2015 : «Menuda hostia».

Ahora se abre la esperanza para el PPCS. Si en España es la hora de Casado, en Castellón es la hora de Begoña Carrasco. Bien harían los populares, desde ya, en poner todos los recursos y arropar sin fisuras a su candidata. Ya es ya.

Periodista y escritor

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