Este mes se ha activado una interesante campaña de bonos por parte de la concejalía de Innovación Comercial de Castellón. Por cada euro que el consumidor se gaste en el comercio de la ciudad, el Ayuntamiento pondrá otro. Todo gestionado a través de una página web muy sencilla y transparente en la que se pueden comprar dichos bonos.
Quiero aprovechar esta humilde columna, habitualmente dedicada a repartir estopa a quienes nos desgobiernan, para felicitar al concejal de ramo, David Donate, y a todo su equipo por esta iniciativa. Tengo entendido que el montante total de la campaña alcanza los doscientos mil euros. Un dineral destinado a favorecer el comercio de proximidad.
Ya sé que, como siempre pasa en la vida, habrá quien no verá adecuada esta acción de dinamización comercial. Habrá quien dirá que si tal o que si cual. Y precisamente por eso quiero mostrar mi respaldo hacia un político que ha velado por los intereses de Castellón y de los castellonenses. El martes, sin ir más lejos, escuché alabar esta idea a una comerciante de la calle Campoamor.
Mis padres tuvieron durante treinta años un comercio abierto al público en la calle Alloza. Padecieron varias crisis económicas, una salvaje obra de peatonalización y una recesión comercial como la copa de un pino. Y siempre, que yo recuerde, se quejaron de la falta de apoyo institucional. Por no hablar del daño que les causó la inevitable llegada de Pryca y Alcampo a mediados de los ochenta.
Escritor