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FIRMA INVITADA

Vicent Zaragoza

De ahí mi interés

Querid@ lector/@, durante los últimos tiempos he aprovechado este rincón para hablar muchas veces de lo que pasa en la República Francesa. Incluso me han acusado de afrancesado.

Para mí la cuestión es sencilla, cuando alguien me hace comentarios que van en la línea de esa denuncia, de entrada y en broma le informo de mi admiración por el bocata de saucisson et fromage camembert, por el «dos caballos» y por el «Simca 1.000». Si me aprieta más, le comento que mi padre vivió en Francia y le descubro que tengo un hijo que nació en París porque me casé con una parisina que vivía en el «XI arrondissement», entre la plaza de la Nación y de la República. Razones ciertas y que deberían justificar mi mirada a Francia, pero reconozco que ninguna de ellas es testimonio serio de mi querencia. Y es que, mi preocupación tiene que ver con la política, con el hecho de que en la otra parte de los Pirineos y durante el franquismo, residían las libertades democráticas. Además, y ahí toco la esencia, es la casa de la Revolución, la Francesa, claro. El gran acto de la historia que al aprobar «los derechos del hombre y del ciudadano» que incluyen «la democracia como valor universal», nos adoptó a todos como hijos. Encima, en ese proceso, se proclamaron los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que aún marcan el camino de la humanidad y reclaman su realización.

Ahora, en Francia, los partidos clásicos de la derecha y la izquierda han desaparecido (golistas y socialistas), el descontento al sistema político económico y social toma caminos dispares, las izquierdas siguen teniendo dificultades en entenderse y, Macron, sin partido pero con el apoyo de la banca y los medios gana la presidencia de la república. Es decir, hay aspectos de la realidad de Francia que, seguramente, van a tener mucho que ver con nuestro presente y futuro. De ahí mi interés.

Analista político

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