La ventana de la UJI

Día de la lucha contra el VIH-Sida: asignaturas pendientes

La desigualdad en el acceso a los tratamientos de esta enfermedad infecciosa es uno de los grandes retos que hay que afrontar

Cristina Giménez García

Cristina Giménez García

En el marco del Día mundial de la lucha contra el VIH-Sida, en este 2022 nos seguimos preguntando cómo dar respuesta de manera eficaz a una pandemia que según ONUSIDA (2022), a nivel global, cada día aumenta en 4.000 nuevas infecciones, siendo 650.000 personas las que, en 2021, murieron por causas relacionadas con el Sida. Estas personas no tuvieron la oportunidad de acceder a los tratamientos eficaces que ya existen y que, en países como España, hacen que la infección por VIH sea un problema de salud crónico como muchos otros, al menos, a nivel físico. Estas cifras, tal y como señalan los Objetivos de Desarrollo Sostenible, nos recuerdan que la desigualdad en el acceso a los tratamientos es una de las primeras asignaturas pendientes.

En nuestro entorno más cercano, ojalá esa semejanza en el plano físico fuera igual de palpable en la dimensión psicológica y social del VIH; nada más lejos de la realidad. Algunos estudios como el coordinado desde CESIDA (2021), nos recuerdan que las personas con VIH-Sida continúan siendo menos aceptadas que quienes conviven con otras dolencias como el cáncer, y junto a las reacciones de solidaridad y respeto que van aumentando con el paso de los años, todavía existe un porcentaje de población que manifestaría miedo, enfado o asco ante las personas con VIH; más todavía, en caso de tener contacto con una persona infectada intentaría alejarse de ella.

En concreto, un 32% cambiaría de centro educativo a su hijo o hija si hubiera una persona con VIH, el 25,2% lo haría de lugar de trabajo o solicitaría que alejaran a la persona con VIH, y un 45,8% intentaría comprar en otra tienda si supiera que en su comercio habitual alguien tiene la infección. Quizá estas cifras son más fáciles de comprender, si sabemos que un 21,3% de las personas que participaron en este estudio todavía consideraba que era muy probable infectarse por VIH a través de la picadura de un mosquito, un 11% por compartir un vaso y un 8,3% por el estornudo de una persona con VIH, siendo un 48,1% los que consideraban que el VIH y el Sida son lo mismo.

Así pues, parece que en la era de la información, la mejora del conocimiento continúa siendo otro reto vigente que, si bien no es suficiente, resulta necesario tanto para disminuir el estigma hacia las personas con VIH, como para abordar otras dos asignaturas pendientes (Centro Nacional de Epidemiología, 2021): las conductas sexuales de riesgo que suponen el 82,7% de los nuevos casos diagnosticados a nivel estatal y el diagnóstico tardío de la infección, que afectó a un 45,9% de los nuevos casos y resultó más elevado entre quienes se habían infectado por transmisión heterosexual.

Quizá, la falta de probabilidad percibida se combina con una falsa sensación de seguridad que nos hace sentir a salvo y echamos mano del pensamiento mágico para creer que nosotras somos distintas a otras personas y, aunque estemos llevando a cabo conductas que la ciencia ha demostrado que conllevan riesgo, estimamos que no nos va ocurrir nada y, en consecuencia, no prevenimos la infección. Un estudio reciente realizado en la Universitat Jaume I (Ballester-Arnal y cols., 2022), mostró cómo el uso sistemático del preservativo habría disminuido en la mayoría de prácticas sexuales, durante las últimas dos décadas, tanto en parejas estables como esporádicas.

Sin embargo, ante conductas que la ciencia ha demostrado que son seguras (por ejemplo, abrazar, dar la mano o compartir espacios) parece que recurrimos a la superstición y nos dejamos guiar por la reacción inicial de miedo que es consustancial al ser humano pero que, aunque a veces sea de gran ayuda, en otras supone un obstáculo para apreciar la realidad. En consecuencia, preferimos evitar cualquier tipo de contacto social con una persona que tiene VIH o que quizá podría tenerlo, aunque esto no implique ningún riesgo más que la enorme probabilidad de perder una buena oportunidad para compartir experiencias y aprender junto a otra persona. Quizá sería el momento de intentar entender, comprender y acompañar qué supone la infección del VIH y, más todavía, contribuir al esfuerzo de su prevención.

Con esta convicción, la Universitat Jaume I, se suma un año más a la Conmemoración de la lucha contra el VIH-Sida.

*UJI Hàbitat Saludable

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