A quemarropa

Los mausoleos de Ximo Puig

Pablo Sebastiá

Pablo Sebastiá

Esta semana hemos conocido que el anterior presidente de los valencianos mandó construir una nueva delegación de su desgobierno en Alicante. Un edificio monumental, de lo más absurdo por innecesario y faltón, en el que destaca el flamante despacho presidencial. Un despilfarro de dinero público como un piano, vamos. Como si el despacho y el edificio que tiene la Presidencia de la Generalitat en Valencia no fuera suficiente. El caso es que el nuevo presidente ha dicho que ni lo quiere ni lo ve necesario, y así se ha quedado el esperpéntico caserón, compuesto y sin novia.

El caso es que esta información me ha hecho recordar las dos obras, una ya empezada y la otra aún no, que huelen igual de mal, y que el desgobierno de Puig anunció para Castellón. Por un lado la reforma del palacio de justicia de la plaza Borrull y por otro la remodelación del edificio de Correos en la avenida Rey don Jaime.

El palacio de Borrull podría convertirse en el centro de salud más importante de la ciudad, sustituyendo y ampliando los servicios de la envejecida casa grande. Podría ser un centro de día para nuestros dependientes, una residencia pública de ancianos, un nuevo colegio o instituto, el conservatorio que tanta falta hace… ¡En fin! Podría ser tantas cosas…

Pero no. Se ha invertido una millonada para levantar un edificio de oficinas y despachos oficiales que ya veremos qué utilidad tiene, si es que la llega a tener.

En el edificio de Correos se pretendía ubicar algo así como la Fundación de la investigación y la excelencia. ¡Vamos que nos vamos! Un nombre bien rimbombante para algo que, al final, apenas tendría contenido. Otro mausoleo vacío, ¡vamos! Eso lo sabe hasta el último mono del circo.

*Escritor

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