Leo los periódicos (siempre tienes la ventaja de conservarlos, porque están escritos), por aquello de que verba volant, scriptamanent, como dijo Cayo Tito: las palabras vuelan, lo escrito permanece… y se puede leer tantas cuantas veces se quiera, para bien o mal del autor. Pero, a pesar de escuchar o leer, necesitamos datos para entender. Por eso Juanito escuchaba la lección en el aula sobre la necesidad de datos, según el maestro, y las posteriores preguntas: ¿Cuánto son dos más dos? A lo que el alumno, con cara de póquer, decía: Maestro, si no me da más datos…
Eso es lo que, ante la lectura o la pantalla, sometemos a reflexión: se nos ofrecen argumentos acompañados de datos --a veces, vacíos--, inverificables para la mayoría de los espectadores, no como el problema planteado, y, a veces, interesadamente, expuestos. Ahora, además, habiendo léxico en español o en cualquiera de las lenguas autonómicas, se exponen vocablos en otro idioma, inglés preferentemente, o siglas sin traducir. Eso sí, se nos dan datos, pero ininteligibles para la mayoría. Maestro, si no me da más datos…Y, sobre todo, fiables y claros.
Confusiones
En la alegoría platónica de la caverna, los prisioneros andaban confundidos (ni siquiera eso, pues estaban encadenados) y carecían de datos para valorar su situación real. Confundían las sombras con la realidad y el error era gravísimo. Ahora, nuestra caverna tiene numerosos prisioneros, encadenados y atraídos por intereses espurios (falsos, ilegítimos, adulterados) que les inducen a confusiones en la percepción de la verdad, consciente o inconscientemente. Si, además, como es el caso, asienten acríticamente a quienes dicen saberlo todo, el resultado es la ignorancia con todas sus consecuencias. Por ello es una buena práctica estar atento a cuanto se dice y más al contenido que a las formas. Es necesario romper las cadenas de la conformidad basada en los formalismos aducidos, y pensar en la verdad y en las consecuencias de la pasividad. Salir de la caverna. Y si no hay datos, buscarlos afanosamente fuera de ella y pedirlos como lo haría Juanito.
Profesor