VIVIR ES SER OTRO

El Nobel de Literatura

Me produjo una bonita sensación pensar que consideraba justo el premio otorgado a Jon Fosse

Carlos Tosca

Carlos Tosca

Recientemente se le concedió el premio Nobel de Literatura al noruego Jon Fosse. Supuso una gran alegría para mí, puesto que lo conocía… Bueno, conocía su obra… Bueno, una parte de ella. En realidad, había leído solo una compilación de tres novelas muy breves que se conoce como Trilogía. Es decir, en pocas palabras, que de su extensa producción literaria --unas cuarenta obras de teatro, faceta en la que es más conocido, y unas cuantas novelas--, apenas había catado un ápice de este autor.

No es esta una columna de reseñas literarias. Si lo fuera hablaría de la magnífica impresión que me causó la mencionada Trilogía en su momento. Soy dado a anotar y puntuar todo lo que leo. Tras la concesión del Nobel, miré en mi registro de lecturas y constaté que le había dado un 5, la máxima nota posible, al libro de Fosse. Lo leí en enero de 2021, y desde entonces muy pocas obras han alcanzado esa puntuación, menos si obviamos las relecturas de mis favoritos. Tres en concreto, novelas de Georges Simenon, Gonçalo M. Tavares y Kent Haruf. Es decir, tampoco es que vaya repartiendo sobresalientes indiscriminadamente.

Me produjo una bonita sensación pensar que consideraba justo el premio y el saber que quizá era de los pocos en la ciudad, en la provincia, que conocía al escritor noruego.

Luego de alegrarme, me sentí un poco tonto. A quién le importa el Nobel de Literatura. A quién le importa la literatura en general, más allá del premio Planeta o de la última polémica de Pérez-Reverte, cosas ambas que tienen poco o nada que ver con, digamos, el arte literario. A mí sí, desde luego, y a cuatro gatos más. Quizá, más o menos, los que también conocían a Jon Fosse antes de ser Nobel.

Rabia literaria

Ahora, en un ataque de rabia literaria, voy a atreverme a reivindicar la injusticia que supuso la no concesión del más prestigioso premio literario a otro noruego, Kjell Askildsen, uno de los autores de relatos que más admiro.

Como ven, hoy me ha dado por lo literario. Puede que no me conozcan en persona, pero es una parte de mi vida fundamental, la que más. Aunque no lo parezca, por encima incluso del fútbol.

Hablando del deporte rey, ya que vuelve a salir, y relacionándolo con la literatura, he de contar una pequeña anécdota. Hace unas semanas tuve una pequeña disputa futbolística a la sazón de la rivalidad entre amarillos y albinegros en el contexto de una tertulia literaria. Me tocó rectificar porque, pese a lo dicho antes, antepuse el fútbol. Sentí un profundo malestar conmigo mismo a tenor de lo ocurrido, por el error que cometí y del que no fui consciente hasta más tarde, cuando la otra persona implicada en la polémica me afeó el gesto. Prometí entonces dejar de lado el deporte y la política, centrarme solo en la literatura. Luego llegó el otorgamiento del Nobel y, en el mismo grupo pude alardear --sí, alardear-- de que había leído al recientemente galardonado.

Ignorancia

Qué bonita sensación causa sentirse de los pocos que saben algo. En verdad luego resulta que, de una manera o de otra, todos sabemos de cosas que la gran mayoría ignora, y que la dimensión de la ignorancia siempre es mayúscula comparada con lo que conocemos. Así que menos lobos, Carlos.

Con todo, les recomiendo la lectura de Jon Fosse. Hace un par de años, cuando llegó hasta mí --regalo navideño de mi amigo Juan González, otro letraherido--, solo estaba publicada Trilogía. Ahora, cuando escribo estas líneas, ando enfrascado en su considerada obra magna, Septología, siete libros de tintes autobiográficos que me están pareciendo sublimes. Intuyo que se llevarán también otro bonito 5.

Editor de La Pajarita Roja

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