A quemarropa

Castellón en el siglo XXI

PABLO Sebastiá

Para terminar de entrar con el pie derecho en el siglo XXI, Castellón aún tiene tareas pendientes. Antes de 2025, la ciudad debe solucionar problemas graves que ponen en peligro su crecimiento económico y social. Tras ocho años de nada, de la nada más absoluta, toca ponerse las pilas.

La urbanización de la marjalería es absolutamente imprescindible. La ampliación del Hospital General, la urbanización de la gran pastilla de suelo que ha quedado entre la cubrición del Río Seco y el citado centro sanitario, la renovación y ampliación de todo el alcantarillado del Grao, la creación del gran parque entre el Peri 18 y el nuevo Sensal, la finalización de la ronda de circunvalación y la renovación de varios centros de salud son tareas que tampoco pueden esperar. La ampliación del recorrido del Tram hasta Benicàssim y Vila-real, la urbanización del suelo perdido entre la estación de ferrocarril y el Raval universitario, la modernización de la avenida que otrora fue la N-340 junto al viejo cementerio, la modernización del aeroclub, la urbanización del frontal marítimo entre la residencia militar y el sur de Benicàssim, la modernización de la hípica o la remodelación de la salida norte del Grao por el Serradal son asuntos que no deben demorarse más.

Los castellonenses ya sabemos lo que supone pasar varias legislaturas en el dique seco. Sin inversiones de relevancia, sin ampliaciones urbanas, sin un ápice de interés por el futuro de una ciudad que necesita del esfuerzo de todos para volver a brillar. Por eso debemos ser reivindicativos y asimismo no conformarnos con poco, pues eso conduce a la nada. Por eso, los presupuestos de la Generalitat deben tener en cuenta a la capital de La Plana.

Escritor

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