TRIBUNA VECINAL
Mirando hacia otro lado
Son tantas las catástrofes de las que tenemos constancia a través de los medios de comunicación que los ciudadanos nos blindamos con una coraza para protegernos de tanto dolor. Algunos desastres son causados por la naturaleza, por lo que solo caben medidas de prevención y de ayuda a los damnificados, pero las guerras las provocan los seres humanos. Este es el caso del conflicto entre Israel y Palestina que tiene su origen tras el genocidio judío durante la II Guerra Mundial y la emigración de los supervivientes a Palestina.
El sentimiento de culpa que llenaba a los europeos propició la creación del Estado de Israel. El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 181 en un intento de arreglar el conflicto entre árabes y judíos y estableció que el 54% de Palestina fuera para los judíos, que eran población minoritaria, y el resto para los palestinos, quedando Jerusalén como enclave internacional. Pero en 1948, un día después de la retirada de los británicos de la región se inicia la guerra entre árabes e israelíes. Las fuerzas armadas de Israel controlaron la ruta entre Tel Aviv y Jerusalén: murieron cientos de palestinos y miles fueron expulsados. En ese año, Israel se apoderó del 77% del territorio y en 1967, con la Guerra de los Seis Días, ocupó Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y otros enclaves. La UNRWA, Agencia de la ONU para Refugiados Palestinos, cifraba en 2021 un total de 5,8 millones, que ahora se multiplica.
No es de extrañar que aquellos descendientes de los primeros expulsados estén hartos de malvivir, aunque no justifico la violencia de Hamás, pero a nadie le agrada vivir sometido e ignorado por la comunidad internacional mientras que el Gobierno de Israel impunemente practica el ojo por ojo, diente por diente durante más de setenta años. Recordemos que en España tuvimos a ETA y no se le ocurrió a nadie que el fin de la banda fuera bombardear el País Vasco. Todos los vascos no eran ETA, como todos los palestinos no son Hamás.
Israel se niega a reconocer un Estado Palestino y se opone a que los palestinos tengan derechos y ciudadanía dentro de Israel, principalmente porque les preocupa la creciente natalidad palestina frente al estancamiento de la población en Israel.
Los palestinos se han visto expulsados de sus tierras, han visto como les expropiaban sus bienes, sin embargo, el Gobierno de Israel fomenta la incorporación de nuevos ciudadanos procedentes de otros países que abracen la religión judía con derechos y subvenciones estatales. Al mismo tiempo, discrimina a las minorías religiosas, según afirma Amnistía Internacional. Israel ha fomentado los asentamientos de colonos que están protegidos por su Ejército. Esta proliferación de kibutzs forma un mosaico diseminado que perjudica la unidad del territorio palestino y lo hace ingobernable.
Durante años, los palestinos han estado desprotegidos, han visto limitada su libertad de movimiento, han sido detenidos y encarcelados esperando un juicio sin fecha. Han visto como derribaban sus viviendas convirtiendo el territorio en un gueto.
Israel no se comporta como un Estado democrático y Estados Unidos y la Unión Europea han mirado hacia otro lado porque son socios por la posición estratégica que ocupa la industria armamentística.
La radicalización del Estado israelí es tan extrema que la vida de los rehenes en Gaza o la de los civiles palestinos víctimas de los bombardeos no le importan. La impunidad con la que actúa Israel deja ver que en esta contienda no hay árbitro que marque los límites para habilitar pasos por donde pueda llegar ayuda humanitaria, pues el pueblo de Gaza carece de agua potable, alimentos, comunicaciones con el exterior, medicinas y hospitales, ya que se destruyen bajo el pretexto de que cobijan terroristas.
Ante la pasividad de Occidente solo un insignificante número de ciudadanos ha reaccionado a la matanza con manifestaciones alentadas por su conciencia, mientras los líderes políticos han bajado la cabeza sin hacer frente a EEUU e Israel, hacen como que buscan soluciones que no llegan o llegan tarde para las 10.000 víctimas de este genocidio, y la mitad son niños. Hay que decir las cosas como son: el pueblo que un día fue víctima de un exterminio hoy practica una limpieza étnica sobre el pueblo palestino dirigida por Netanyahu ante la dejadez de todos los gobiernos. Y no hay que confundir los términos; apoyar a los palestinos no es sinónimo de ser antisemita, sino de ser humano.
Presidenta de la Asociación de Vecinos La Choquera de Castelló
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