Opinión | Babor y estribor

Inquietante ‘show’ de Sánchez

El pasado viernes, en estas mismas páginas, apuntaba sobre el inaudito retiro a la reflexión del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE: «Conociendo la trayectoria de Sánchez es fácil pensar en un posible órdago táctico». Blanco y en botella. Empero, durante el fin de semana asistimos a desesperadas acciones de arropo a la megalomanía de Pedro y la cosa resultó tibia: el sábado, 12.500 personas clamando no te vayas frente a Ferraz, la mitad movilizadas desde todas comunidades autónomas; el domingo los manifestantes quedaron reducidos a 5.000, siempre según fuentes de la Delegación del Gobierno.

Con tan escuálido respaldo albergué cierta duda respecto a la decisión final del reflexivo jefe del Gabinete. Craso error, el relato de los hechos evidencia una alambicada estrategia marca de la casa. Nunca existió un arranque emocional en la carta prefabricada, estudiaron el más mínimo detalle, incluso el empleo de una liviana sintaxis ahormada a la semántica de quien no dedica demasiado tiempo a la lectura. Que parezca que lo ha escrito él en un arranque de pundonor, zaherido por la apertura de diligencias con el nombre de Begoña Gómez, el amor de su vida. Rubicón traspasado por la fachosfera en la que están emboscados periodistas y jueces, ante el que un Pedro seducido dice hasta aquí hemos llegado. ¡Ja! 

El nuevo show de Sánchez es de insospechada envergadura. Alcanzando un grado hondamente taimado con la visita al Rey para decirle que todo sigue como el miércoles. No hay puntada sin hilo en el montaje que tiene asombrados a Europa y al mundo libre. Una hora después de anunciar: «Voy a seguir», el compañero de partido Tezanos hacía púbico el barómetro del CIS realizado ad hoc el pasado viernes en el que, ¡milagro!, el PSOE aventaja 10,4 puntos al PP. ¿Cómo están ustedes? ¡Bieen!

El discurso de Pedro, tras cinco días de reflexión, no trae buenas noticias en un país libre. Él se arroga la categoría de representar unívocamente la democracia y al conjunto del país, advirtiendo la necesidad de adoptar medidas de limpieza en la vida pública y haciendo una inquietante apelación: «Demostremos al mundo cómo se defiende la democracia». ¿De quién hay que defender la democracia en España? ¿De sus socios bilduetarras e independentistas catalanes? ¿Del propio Sánchez? ¿Qué broma es esta? 

Nuestra gran nación, de momento, esta firmemente apuntalada desde el Estado de Derecho avalado por la Constitución y los códigos de la Ley, mecanismos garantes de las libertades. Excesivas perlas tóxicas de Pedro Sánchez tras la reflexión: «Confundir la libertad de expresión con libertad de difamación es una perversión democrática de desastrosas consecuencias». Los tribunales de justicia son los encargados de discernir entre libertad de expresión y difamación. Es de alta irresponsabilidad, llamar a la movilización: «Poniendo freno a la política de la vergüenza que llevamos demasiado tiempo sufriendo». Vuelve sin haberse ido, no da explicaciones, pero sí rienda suelta a la polarización. Solo falta el camarada Maduro aportando alguna idea para el control de la prensa y los jueces.

Basilio Trilles es periodista y escritor