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Editorial | Punto y seguido para el Castellón

Posiblemente una de las mejores noticias de este salto a la élite sea que no se trata de un fin en sí mismo sino de un medio para algo mucho más grande

Fiesta del CD Castellón en la plaza Mayor

Fiesta del CD Castellón en la plaza Mayor / Manolo Nebot | Fernando Falcó | Kmy Ros | Erik Pradas

Dominador absoluto desde el principio y líder de la competición en 33 de las 35 jornadas disputadas, con el valor añadido además de practicar un fútbol ofensivo, brillante y sin apenas altibajos, el CD Castellón ha inundado de euforia las mismas calles y plazas que hace un año lloraban por el frustrado regreso al fútbol profesional tras el play-off contra el Alcorcón. Un brillante ascenso, indiscutible y del todo merecido, que no por esperado está siendo menos celebrado, tal y como quedó claro este lunes con la espectacular rúa de los campeones hasta la plaza Mayor.

Alegría desbordada y un éxito con el que no hay duda que se hace justicia, para más inri en tiempo récord, a la manera con la que tanto el club como el equipo y su afición se han rehecho a todos los niveles de aquel fugaz paso por la Segunda División en plena pandemia. Es imposible valorar ningún éxito en su adecuada medida sin la perspectiva de los fracasos previos, como tampoco se puede obviar el verdadero significado de lo que para cualquier ciudad supone el deporte. Aún más si cabe cuando se trata, como es el caso, del más popular del planeta. Todo son beneficios a nivel social, económico, de imagen y, como bien dijo la alcaldesa durante su discurso en la celebración, también de «estar en el mapa». Y lo mejor es que lo son también para todos, amén de una oportunidad inmejorable. Esto tiene que ser un punto de inflexión histórico

Los pilares sobre los que continuar edificando un proyecto que es también de ciudad se encuentran detrás de los 13.000 abonados de este último curso, de los 4.500 aficionados desplazados que festejaron en Murcia la parada de Gonzalo en la antesala matemática o de la imagen de un Castalia casi lleno jornada tras jornada. Y es que, con un sentido de pertenencia y tan vertebrador como el del albinegrismo, una fidelidad a prueba de bombas, se vale por supuesto que ayer y hoy toque disfrutar del presente. Pero desde mañana hay que aprovechar toda esa materia prima para estar a la altura cara al futuro. Es más, con perspectiva de corto a medio plazo, posiblemente una de las mejores noticias de este salto a la élite sea que no se trata de un fin en sí mismo sino de un medio para algo mucho más grande.  

Desde que irrumpió con una solución accionarial bajo la manga y declarando su objetivo indisimulado de llegar a Primera en cinco o seis años, Bob Voulgaris ha cumplido lo prometido. Y en este momento, de acuerdo con un listón de exigencia que él mismo como gran protagonista se ha puesto, el millonario canadiense está en vías de redoblar la apuesta. Por eso, valga el juego de palabras por su pasado en el póker, lo siguiente después de la fiesta tiene que ser poner las cartas sobre la mesa y jugarlas de la mejor manera posible. 

Primero, y sin perder el rumbo, con la planificación deportiva, especialmente en lo que se refiere al futuro del entrenador. El ahora cotizado Dick Schreuder es la primera patata caliente de un proyecto que necesita adecuarse a la nueva categoría pero no por ello renunciar a su esencia ni a la continuidad de muchos de los futbolistas coreados por la hinchada. Y luego, sin dejar de lado los planes para una Ciudad Deportiva, con la inversión en Castalia, un asunto de máxima urgencia. Una vez que el Ayuntamiento como propietario ha hecho los deberes con el convenio de cesión, es necesaria la puesta en marcha a la mayor brevedad de una serie de reformas con las que adaptarse no solamente al reglamento de LaLiga y de las retransmisiones televisivas sino al siglo XXI.