La Restinga es un pueblo a la sombra del volcán que no ha logrado volver a la normalidad tras el episodio eruptivo surgido en sus aguas, y que ha puesto en jaque la economía y el modo de vida tranquilo y sosegado de los habitantes de esta comarca herreña que continua a día de hoy en alerta por riesgo volcánico. Su flota pesquera, 16 barcos de pesca artesanal de la cofradía de pescadores Virgen de Los Reyes, continúa replegada y sin poder faenar al abrigo del puerto de La Estaca.

Asimismo, los comercios dedicados al submarinismo -nueve entre centros y clubes de buceo de la comarca- continúan cerrados y casi sin actividad.

Algunos de estos empresarios tratan de ejercer su actividad en otras zonas de la isla, aunque el grueso de esta práctica se limitaba al buceo en aguas de la reserva marina del Mar de Las Calmas.

La Restinga es un pueblo estrechamente ligado al mar que ve como ha quedado reducida a nada su actividad pesquera, deportiva y económica, una situación que se alarga en el tiempo y a la cual no se le puede pronosticar su fin, pues la actividad eruptiva continúa en las profundidades del mar y la mancha producto de la expulsión de materiales sulfúricos a la superficie cubre ya casi la totalidad del litoral costero herreño.

En la misma línea, hosteleros y restauradores de la zona han visto reducida por completo su labor, dedicada casi por completo a los turistas y visitantes que hoy en día no están y que no saben cuándo volverán. Entre pescadores, buceadores y vecinos existe la preocupación compartida del daño hecho a la biodiversidad y riqueza de la zona y el tiempo que podría tardar en recuperarse, aunque los expertos auguran una explosión de vida mayor a la existente antes de la erupción debido a los nutrientes aportados durante el proceso eruptivo, lo que albergaría la esperanza de un futuro mejor para este paraíso acuático de la más occidental de las Islas Canarias.