Un equipo con trajes aislantes blancos, aparatosas máscaras y cajas entró en la noche del jueves en el mercado aviar de Huhuai, en una zona rural cercana a Shanghái. Horas después salían tras haber sacrificado más de 20.000 pollos, palomas, gansos y patos. Poco antes se había detectado en una paloma de ese mercado la nueva cepa del virus de la gripe aviaria H7N9. Seis personas que habían estado en contacto con el animal han sido aisladas y todas las cajas y jaulas del mercado han sido desinfectadas.

Es una de las rotundas medidas para controlar la propagación de un virus que ya ha matado a seis personas de las 18 a las que ha infectado. Cuatro de los muertos vivían en Shanghái y los otros dos en la provincia de Zhejiang. Todos los infectados pertenecen a un radio de menos de 400 kilómetros. Las ciudades de Shanghái, Hangzhou y Nanjing cerraron ayer la mayoría de mercados de aves. Ya ha sido encontrada la presencia de la cepa en 19 muestras, ocho de las cuales vienen del mercado de Huhuai y alrededores.

Pekín se esfuerza estos días en embridar su expansión con medidas que incluyen el cierre de los mercados y el consejo a la población de que no sacrifique aves por su cuenta. Las autoridades aún no han averiguado el origen de la infección, aunque sospechan de las deposiciones de las aves. H