Qué te ha sucedido, Europa humanista, paladina de los derechos del hombre, de la democracia y libertad? ¿Qué te ha sucedido Europa, tierra de poetas, filósofos, artistas, músicos, literatos, madre de pueblos y naciones, madre de grandes hombres y mujeres que han sabido defender y dar la vida por la dignidad de sus hermanos?”. Haciendo una excepción al rechazo de galardones, el papa Francisco recibió ayer en el Vaticano el Premio Internacional Carlomagno y, frente a las máximas autoridades de la Unión Europea, echó un rapapolvo a esa Europa “abuela y estéril”, para que sea “madre fecunda”, “rompa muros y construya puentes” y ponga al día la misma “idea de Europa”.

El objetivo, dice el Papa, es que Europa sea capaz, siguiendo los pasos de los padres fundadores, de “dar a luz un nuevo humanismo basado en la capacidad de integrar, dialogar y generar”, y que “ser emigrante no sea un delito”.

En la ceremonia de entrega del galardón estaban presentes los tres presidentes de las máximas instituciones de la Unión Europea: Martin Schulz, de la Eurocámara; Jean-Claude Juncker, de la Comisión Europea y Donald Tusk, del Consejo Europeo, además del rey Felipe VI de España, y el primer ministro italiano, Matteo Renzi, entre otras personalidades. Por la mañana, Jorge Bergoglio había recibido a la cancillera alemana, Angela Merkel.

En un inspirado discurso, realista y utópico a la vez, el Papa dijo soñar con “una Europa joven, capaz de ser una madre viva porque respeta la vida y ofrece esperanzas de vida”. Un sueño que comprende “el cuidado del niño y de quien busca acogida porque ya no tiene nada (...) una Europa que escucha y da valor a los enfermos y ancianos (...), en la que ser migrante no constituye un delito, sino una invitación a un mayor compromiso con la dignidad de todo el ser humano” (...), “en la que los jóvenes respiran el aire limpio de la honradez, aman la belleza de la cultura y de una vida sencilla”.

Bergoglio añadió que soñaba “una Europa de las familias, con políticas centradas en los rostros y no en los números, en los nacimientos en lugar del aumento de bienes; una Europa que tutele el derecho de cada uno, sin olvidar los deberes de todos, una Europa en la que no se pueda decir que su compromiso por los derechos humanos fue una utopía”. H