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ESCÁNDALO EN LA IGLESIA CATÓLICA

El Vaticano dedica cuatro días a conjurar siglos de abusos sexuales

El problema eclosionó con Juan Pablo II, creció con Benedicto XVI y ha estallado con Francisco. Las víctimas creen que la cumbre antipederastia no cerrará un acuerdo que acabe con esta lacra

El Vaticano dedica cuatro días a conjurar siglos de abusos sexuales

El encuentro para la Protección de la Infancia en la Iglesia que empieza hoy en el Vaticano --y que se alargará cuatro días, hasta el domingo-- tratará por primera vez la cuestión de los abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes como «un problema global» de la institución religiosa. Pero la peor crisis que sufre la iglesia en su milenaria historia está lejos de resolverse.

Las víctimas de los crímenes sexuales perpetrados por curas durante décadas (y silenciados por obispos de todos los continentes, desplazados a Roma esta semana) admiten la relevancia de una reunión sin precedentes, pero desconfían de que cristalice en acuerdos significativos que extirpen una epidemia enquistada durante demasiado tiempo. Tampoco tienen esperanza alguna en que el Vaticano haga pública la cifra que conoce sobre los abusos cometidos por clérigos --ni mucho menos sus nombres y destinos-- que constan en los archivos de la Doctrina de la Fe, el órgano encargado de investigarlos.

PROTOCOLO A SEGUIR // En el mejor de los casos, vaticinan, concluirá en un endurecimiento del protocolo a seguir por parte de las diócesis, que respetará la autonomía de cada país y que, en consecuencia, no será de obligado cumplimento. Un final que dejará insatisfechas a las víctimas y no librará al Vaticano de continuar por un via crucis que empezó con Juan Pablo II y que difícilmente finalizará con Francisco.

La cumbre llega casi seis años después de que el actual Papa se pusiera al frente del Vaticano y tras constatar que cuantas medidas se habían tomado hasta la fecha, muchas decretadas por su antecesor, Benedicto XVI, habían resultado inútiles. Francisco ha organizado una reunión que, en sus propias palabras, se celebrará «tarde por la gravedad del problema y tarde en la asunción de responsabilidades» por parte de la Iglesia. En esta cumbre, y eso será algo nuevo, se encontrarán víctimas, curas, responsables de todas las conferencias episcopales de planeta, jefes de las órdenes religiosas, ministros del Vaticano, representantes de los cardenales y tres mujeres.

Hasta el año 2000 nadie en la Iglesia había hablado públicamente de los menores abusados por curas. Todos los casos eran encubiertos por sus obispos, que trasladaban a los sacerdotes de parroquias, con el fin de proteger la reputación de la institución.

Benedicto XVI, papa entre Juan Pablo II y Francisco, solicitó numerosas veces antes de llegar a Pontífice afrontar los abusos de maneras distintas a las del silencio y del encubrimiento. Cuando se presentó el caso de pederastia que afectaba al cardenal de Viena Hermann W. Groër, propuso a Juan Pablo II una comisión investigadora, que le fue negada. Benedicto XVI había lidiado en la Doctrina de la Fe con la ruptura del silencio en Irlanda, Bélgica, Alemania o EEUU. En Italia, España, Latinoamérica, Asia y África todavía no parecía haber síntomas y las denuncias enviadas a Roma habían sido mínimas.

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