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BALANCE DEL PAPEL DE CAROLINA SCHMIDT

Lágrimas de cocodrilo en el cierre de la cumbre

La presidenta chilena de la COP25 lloró varias veces ante su incapacidad de negociar H Marginó al 90% los países y varios se negaron a hablar con ella

Lágrimas de cocodrilo en el cierre de la cumbre

Una vez superada la agonía de la prórroga más larga de la historia de las cumbres del clima, algunos observadores y delegados de países europeos se preguntaban por qué Chile quiso presidir la COP25 si ha demostrado tanta torpeza y tan poco empeño en sacar su contenido adelante.

Cuando la tarde noche del sábado parecía que todo iba a irse al garete, Carolina Schmidt reconoció entre lágrimas varias veces su incapacidad y traspasó a su homóloga española, Teresa Ribera, la negociación que había contribuido a envenenar. Varias delegaciones se negaban ya a hablar con ella y el 90% de los países reclamaban participar en unas conversaciones que había limitado a los grandes. Hasta la UE, su supuesta aliada en el impulso de una mayor ambición climática, se sintió engañada cuando el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, acabó entrando sin saberlo en una sala donde se enfrentó a solas ante los grandes países contaminantes.

Con poca experiencia

Para salir vivo de una cita en la que 196 países deben aprobar todo por unanimidad, hay que saber que el voto del más pequeño archipiélago puede valer tanto como del país más poderoso. Y hay que dominar un mínimo la endemoniada jerga técnica que a veces convierte a los documentos en jeroglíficos indescifrables. No basta con llevarse a un equipo de especialistas, que sí los traía Chile, que organizó esta cumbre debido por el deseo de su presidente, Sebastián Piñera, aprovechando que su homólogo brasileño, el negacionista Jair Bolsonaro, había renunciado a hacerlo.

En el tramo final de la negociación, en la que participan los ministros, la presidencia debe implicarse directamente y se requiere un mínimo de experiencia en la materia. No es necesario haber vivido casi 20 cumbres como Ribera, pero tampoco es muy buen currículo llevar tan solo un año y medio en el Ministerio de Medio Ambiente, tras haber pasado por el de Mujer y el de Educación.

Si en algo ha contribuido la presidencia chilena al acuerdo final ha sido al prolongarla tanto. Es sabido que, conforme pasan las horas de prórroga y el cansancio hace mella en los negociadores, los menos avezados arrojan la toalla, pero en el caso de las cumbres hay otro factor añadido que esta vez se sumó especialmente. Muchas de las delegaciones de los países más pobres no pueden costear un cambio de billetes y ya no pueden participar en el tramo final.

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